_
_
_
_
_
La jornada de Liga | FÚTBOL

Motta, el famoso 'línier' y las expulsiones de Novo y Eto'o

Ni el mejor guionista se lo pudo poner tan bien. El técnico azulgrana Louis van Gaal salvó anoche su puesto en el partido soñado. Fue casi para él un regalo del cielo porque el Barça jugó contra nueve durante más de una hora y los goles, con un Kluivert inspiradísimo, cayeron como fruta madura. El entrenador holandés seguirá en el Camp Nou mientras parece alejarse definitivamente la opción del argentino Carlos Bianchi que mañana firmará, si se cumplen las previsiones, por el Boca. El presidente Joan Gaspart y su junta han ganado tiempo por el parón de Navidad hasta el próximo encuentro del día de Reyes ante el Recreativo de Huelva.

Van Gaal ya logró esquivar su destitución en diciembre de 1998 en Valladolid cuando Xavi, uno de los jugadores más pequeños del equipo, saltó y cabeceó más alto que nadie (0-1). Kluivert firmó ayer un hat-trick pero uno de los principales protagonistas del partido fue Thiago Motta, que actuó de abrelatas y acabó desquiciando al Mallorca. El ítalo-brasileño, un jugador tan fino como pícaro, cuajó diez minutos vitales (los que van desde el minuto 21 al 31) en los que provocó primero la expulsión de Novo, dio después la asistencia del 0-1 a Kluivert (con la inestimable colaboración del argentino Lussenhoff, muy desafortunado) y provocó después la aparatosa agresión y la también expulsión de Eto'o.

Todo fue al principio tan rápido como confuso: en la primera acción se vio a Motta y Novo caminando y cruzando unas palabras en el área de Bonano. El azulgrana recibió un impacto y acabó en el suelo. El colegio Iturralde González vio la escena desde lejos y consultó con el línier Rafa Guerrero, el mismo que se granjeó la fama en un Zaragoza-Barça en la temporada 96-97 cuando advirtió a Mejuto González de una agresión de Aguado a Couto. Asociado definitivamente ya a las frases Rafa, no me jodas o Rafa, penalti de quién, el línier confirmó la agresión. Novo acabó en el vestuario y poco después le imitaría Eto'o. Motta primero le hizo una falta dura y el camerunés se calentó. Los dos coincidieron después en una carrera, el azulgrana le agarró y Eto'o perdió los nervios, le dio una dura patada y se ganó la roja directa. Todo el banquillo del Barça, menos Van Gaal, que permaneció sentado, saltó denunciando la escena. Ovemars metió el segundo y Kluivert otros dos más. Van Gaal celebró los goles con menos entusiasmo que otros días mientras el público de Son Moix, que no dejó de abuchear a Motta, hizo la ola, coreó olés y se tomó el partido casi a broma.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_