_
_
_
_
_
TIROS LIBRES | Liga ACB | BALONCESTO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tener y no tener

Pamesa y Real Madrid expusieron el sábado sobre la cancha madridista los motivos de lo mucho que se habla de ellos, aunque por razones bien distintas. Desde el principio se pudo observar en todo su esplendor los méritos de un equipo formado por jugadores hechos y derechos, un colectivo pensado y fichado con coherencia (y dinero) y que en estos principios de temporada confirma los mejores augurios. El Pamesa, claro.

En la otra acera, un equipo que en la novena jornada de Liga y sin querer ser derrotista, empieza a dar síntomas de agonía. En su juego, en sus recursos, en ese punto de apresuramiento que parecen impregnar sus acciones, en el ambiente de desconfianza que se respira en la grada y en la propia desconfianza que muestran sus jugadores, a los que les falta ese plus de fe, ese valor añadido espiritual que a veces resuelve tantas incómodas papeletas. El Madrid, claro.

Pero tampoco hace falta irse a asuntos místicos para explicar las diferencias observadas. Podemos darle 27 vueltas a conceptos como la confianza, la motivación, la seguridad que dan las victorias, las dudas que generan las derrotas o el tiempo que necesita un equipo para hacerse. Incluso se podría teorizar sobre el sexo de los ángeles o si el hecho de que toda la plana mayor del madridismo esté en Tokio ha podido tener algo que ver en el desamparo exhibido por los blancos, acostumbrados a la presencia del presidente y de Valdano en el palco. Pero al final, las diferencias las marcan los jugadores, y resulta que a día de hoy, los jugadores del Pamesa son mejores que los del Madrid. Así de fácil y sencillo.

Empezando por los hombres interiores, fiable barómetro del poder de un equipo. Si en un lado tienes a Tomasevic y a Oberto y en el otro a Tarlac y Alston, el asunto no tiene que ver con otra cosa que no sea una tremenda diferencia de talento, compenetración y actitud. Los dos yugoslavos escenificaron individualmente pequeñas muestras significativas de lo que fue la obra colectiva. Mientras Tomasevic representaba Todo lo que puede hacer un pívot por su equipo Tarlac ponía en escena El hombre invisible II o cómo pasar inadvertido midiendo 2,13 y pesando 120 kilos, secuencia ya vista la temporada pasada e inexplicablemente financiada de nuevo por quienes sufrieron en sus carnes el desastre de la primera parte.

Sin duda el trabajo técnico y táctico es importante. La estrategia, la defensa, todo eso está muy bien, pero al final, el juego es de los jugadores, de sus talentos y capacidades. Y el Pamesa tiene, y tiene mucho. Y al Madrid le falta, lo que complica su arreglo. Tener y no tener, ésa es la cuestión.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_