El consumo de carne se recupera tras dos años de crisis por las 'vacas locas'
Los expertos advierten de que el problema que provocó la alarma en España no ha cesado
La alarma social que provocó en España la crisis de las 'vacas locas' hace dos años se ha ido disipando hasta casi desaparecer -en gran medida, por el hecho de que hasta la fecha en España no se ha declarado ningún caso de la variante humana de la enfermedad (Creutzfeldt-Jakob)-, y el consumo de carne de vacuno sigue aumentando hasta haberse recuperado casi en su totalidad. Sin embargo, los expertos advierten de que la crisis de las vacas locas no ha cesado en España y que su verdadero alcance es todavía una incógnita.
Los ganaderos sufren el alto precio que tiene el deshacerse de las harinas de animales sacrificados
¿Podemos hoy comer un filete de ternera sin ningún temor? "Razonablemente, sí". La respuesta es del presidente del Consejo General del Colegio de Veterinarios de España, Juan José Badiola, uno de los principales expertos en España en la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida como el mal de las vacas locas. Este 22 de noviembre se cumplen dos años de la aparición del primer caso de esta enfermedad en España, concretamente en una res de una granja de Carballedo, en Galicia. Esta crisis surgida entonces es considerada como el mayor problema alimentario que se ha vivido en Europa en los últimos años.
Aunque las medidas cautelares tomadas en toda Europa han reducido al máximo las posibilidades de que en la actualidad algún animal infectado llegue al consumidor, el largo periodo de incubación de la enfermedad no permite augurar si lo peor está todavía por llegar.
Hasta el momento se han confirmado 193 casos de encefalopatía espongiforme bovina en España. Se prevé que hasta 2010 o incluso más allá de esa fecha seguirán declarándose nuevos animales con EEB, y no se descarta que en los próximos años aparezca en España algún caso de la variante humana de la enfermedad. "No puedo ser optimista, aún pueden pasar muchas cosas", advierte Badiola, que dirige además el Laboratorio Nacional de Referencia para las EEB. Badiola participó la semana pasada, junto a científicos y representantes de las administraciones catalana y gallega, en un debate sobre la crisis de las vacas locas organizado por la Fundación Vila Casas en Barcelona. Los miembros del Gobierno central invitados declinaron asistir.
El jefe del Instituto de Neuropatología del hospital de Bellvitge de Barcelona, Isidre Ferrer -uno de los especialistas en enfermedades priónicas que asesoraron al Gobierno-, opina que, aunque el alcance de la crisis sea al final mucho menor de lo que se predijo, los científicos hicieron bien en aconsejar medidas cautelares partiendo de la hipótesis de la existencia de un riesgo elevado.
Algunos expertos consideran desmesuradas las decisiones políticas que se tomaron en Europa. Entre ellos, Miquel Porta, presidente de la Federación Europea de Epidemiología y director del Grupo de Epidemiología Clínica y Molecular del Cáncer del Instituto Municipal de Investigaciones Médicas de Barcelona. Porta destaca que, en el caso de las vacas locas, la relación causal entre la ingesta de carne infectada y el desarrollo de la enfermedad en humanos "es abrumadoramente inferior a la que existe, por ejemplo, entre los contaminantes tóxicos persistentes y la aparición de enfermedades como el cáncer". "Sin embargo, en la crisis de las vacas locas se han tomado decisiones políticas de gran calado que nunca se han adoptado en el caso de los contaminantes tóxicos", añade.
Para el internista y jefe de la unidad de Hepatología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona, Rafael Esteban, sí existen en cambio evidencias científicas de que el prión causante de la encefalopatía espongiforme en animales sea capaz de traspasar la barrera de especie y afectar a los humanos, aunque el riesgo sea bajo. En el Reino Unido, donde se originó la crisis de las vacas locas, ya se han descrito 117 casos de la variante humana de la EEB. Otro caso apareció más tarde en Italia.
Pese a las discrepancias sobre la oportunidad de las medidas adoptadas, los expertos coinciden en que los efectos colaterales de la crisis han sido positivos, porque provocó un verdadero toque de atención en materia de seguridad alimentaria en Europa. Eduard Mata, responsable de Alimentación del Departamento de Sanidad de la Generalitat, señala que, tras estallar la crisis, se inició un cambio positivo de tendencia en las políticas europeas que permitió ubicar la seguridad alimentaria en el terreno de la salud pública.
Pero, una vez prácticamente superada la caída del consumo de carne de vacuno registrada al estallar la crisis, los ganaderos se enfrentan ahora a los elevados costes que les supone deshacerse de las harinas procedentes del sacrificio de animales con riesgo de sufrir la enfermedad de las vacas locas. Badiola asegura que muchos ganaderos están almacenando estos materiales de riesgo "a la espera de que cambie la normativa europea y se permita el uso de estas harinas para la alimentación de animales de otras especies, evitando siempre el canibalismo". Este experto añade que, en cambio, el proceso de conversión de los despojos en harinas se hace "correctamente", por lo que los priones que podrían contener estos animales quedan desactivados, y añadió que cree poco probable que "se estén produciendo fugas hacia la alimentación animal" de estas harinas que se almacenan.
Fuentes del Ministerio de Agricultura afirman que el control del destino de estas harinas es competencia de las comunidades autónomas y que ninguna ha comunicado al Gobierno que se esté haciendo "un mal uso de estos residuos".
Desde la aparición del primer caso de vaca loca en España se han realizado pruebas a unas 850.000 reses, sobre una cabaña de casi 3,4 millones de vacuno mayores de cuatro años. Los casos que han dado positivo se concentran en el cuadrante noroccidental de España (Galicia, Castilla y León, Cantabria, Navarra y Cataluña).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.