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LA EXTRAÑA PAREJA
Columna
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Una mente única

Juan José Millás

No es por competir, pero del mismo modo que Aznar se llevó a Menorca las memorias de Churchill (un autor que 'releo mucho', dijo con toda seriedad, 'para comprender nuestra época'), yo me traje a mi lugar de descanso la Biblia para comprender a Dios. Pero continúo atascado en la torre de Babel, preguntándome cómo un relato de apenas 15 líneas explica, mejor que cualquier libro escrito nunca, ese instante en el que a los hombres se les rompió la realidad en mil pedazos, como un jarrón de porcelana, y comenzó la historia del fragmento. Por lo visto, antes de la construcción de la dichosa torre, la naturaleza tenía la coherencia de un relato literario, de modo que las tormentas de granizo o agua como las que padecemos estos días estaban al servicio de un argumento inteligible. Una vez comprendidas las tormentas, quisimos hurgar en la cabeza de su autor y ahí empezaron los problemas.

Preparé el desayuno para toda la familia y, antes de que se despertaran, salí afuera y hablé con los árboles y con los pájaros y con las arañas y con los caracoles en un inglés rudimentario, el mío, para que me entendieran mejor.

Dios podía haberse cargado la torre y santas pascuas, pero conocía nuestra condenada naturaleza y sabía que intentaríamos turbar su tranquilidad de creador por otros medios, así que prefirió confundir nuestras lenguas para que no nos entendiéramos los unos con los otros. Ello nos obligó a fragmentarnos, marchando cada grupo lingüístico en una dirección. En ese momento, creo yo, comienza esto que luego hemos dado en denominar cultura.

Han pasado algunos siglos desde entonces, pero el jarrón de porcelana continúa hecho añicos. Ni nos entendemos ni entendemos la realidad, pese a las memorias de Churchill. El intento de universalización del inglés podría metaforizar la nostalgia de aquel instante en el que comprendíamos el significado del canto de los pájaros o el silbido del aire en las ramas porque eran las letras de un alfabeto del que también nosotros formábamos parte. El deseo de regresar a aquella unidad nos asalta de manera periódica, especialmente en verano, porque la presencia del sol, la cercanía del mar, o el asombro de carácter religioso que produce el vuelo de una avispa, evocan aquella coherencia perdida. Entonces advertimos que las palabras nos separan de todo aquello que sin embargo nombran.

La situación al día de hoy es dramática. Lejos de entablar con la naturaleza unas relaciones sostenibles, nos cagamos en ella concienzudamente. Una de las formas de hacerlo es desentenderse de la cumbre de Johanesburgo, pese a la que está cayendo. Si eso es comprender nuestra época, señor Aznar, que venga Dios y lo vea. Le recordamos, por dar un par de cifras, que el 80% de la población mundial pasa hambre y que más de 1.000 millones de personas carecen de agua. O sea, que está todo manga por hombro y sin perspectiva de mejorar.

Así que tampoco se extrañe usted, querido lector, si se siente presa de cambios de humor inexplicables. Las perturbaciones medioambientales suelen traducirse en trastornos de carácter ('va a haber tormenta', decían las madres cuando los niños nos poníamos insufribles). Ayer mismo salí de la cama henchido de bondad. Preparé el desayuno para toda la familia y, antes de que se despertaran, salí afuera y hablé con los árboles y con los pájaros y con las arañas y con los caracoles. Lo hice en un inglés rudimentario, el mío, para aumentar las posibilidades de que me entendieran. Luego volví a casa, abrí un libro al azar y tropecé con una cita de Philip K. Dick según la cual no hay individuos, sino distintas partes de una misma mente. La idea me puso a cien. Dios mío, me dije, es cierto, no hay individuos, no hay yo, ni tú, ni aquél, no hay pájaros ni escarabajos ni vacas ni repollos: todo eso que percibimos como separado son partes de un proyecto único.

Durante unos instantes fui feliz. Pero sólo durante unos instantes, porque de repente Dios acudió de nuevo a confundirme con la ayuda de la lengua colocando dentro de mi cabeza la siguiente oración interrogativa: ¿Y qué rayos haces tú en la misma mente que Aznar? Entonces, se rompió el jarrón y me sentí expulsado una vez más de la realidad, momento en el que entró mi familia en la cocina y empezó a dar cuenta del desayuno.

-Hay días en los que te levantas imposible -dijo mi mujer al observar mi expresión de abatimiento.

Dudo que Aznar haya entendido mejor nuestra época después de releer a Churchill. Yo sigo sin comprenderle a él (ni a Dios) después de releer la Biblia. Claro, que aún no he llegado al Apocalipsis.

CUMBRE DE JOHANESBURGO: 'El 80% de la población mundial pasa hambre y más de 1.000 millones de personas carecen de agua'
CUMBRE DE JOHANESBURGO: 'El 80% de la población mundial pasa hambre y más de 1.000 millones de personas carecen de agua'REUTERS

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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