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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del fuego a la pavesa

Diego el Cigala se lo tomó con calma. Hora y media para él, cuando no era único, es un desafuero. Es cantaor con acérrimos seguidores en Madrid, que le gritaron: '¡Monstruo, que eres un monstruo!... ¡A ver si prendes fuego!...'. Pero no fue una noche particularmente inspirada del cantaor, que cuando quiere, y puede, sí sabe transmitir emoción. En el Real no sé si quiso, pero no pudo. Quizá le venciera el escenario, pero muchos de los temas los hizo a medio gas. También cayó en esa nefasta costumbre de no rematar los cantes, en lo que supone su grave mutilación. Sólo al final, El Cigala fue encontrando el punto de su mejor cante, pero estaba ya en las bulerías y los fandangos, y ahí se acabó todo. Así que del fuego, nada. Y eso que tuvo a un guitarrista, Niño Josele, que con humildad y discreción le acompañó de maravilla.

Noche Gitana

Cante: Diego el Cigala, con Niño Josele al toque. Baile: Manuela Carrasco. Teatro Real. Madrid, 25 de julio.

El fuego lo puso, sí, Manuela Carrasco. Salió, hizo tres desplantes rabiosos arropada por el cante, la percusión y los zapatazos de todos sus acompañantes, y la gente enloqueció. Toda la parafernalia del baile gitano de raza, Carrasco y los suyos la manejan como nadie. Bulerías romanceadas y soleá, dos géneros en los que no falla nunca, y que llegan al público con una formidable carga de arrebato. Entre ambos, el baile por alegrías de Rafael de Carmen, el cuplé que canta y baila la hija de Manuela y la espectacular patada de Bobote.

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