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Columna
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Gracias 'Rivo'

Ramon Besa

Tal y como estaba escrito, Rivaldo se va a la que ha llegado Mendieta, y el Barça se siente aliviado por no decir que se ha quedado tan ancho. Desde hace un tiempo, vender al brasileño se había convertido más que nada en una necesidad, y una vez que ha vuelto Van Gaal nadie mejor para que carge con el muerto. El técnico holandés se recrea con las decisiones duras, aquellas que no se atreven a tomar los demás o que le permiten alinearse con un proyecto de empresa frente a las demandas caprichosas del populismo.

Justamente coincidiendo con la llegada de Van Gaal, se han ido Sergi y Abelardo, como también ya se fue en su día Guardiola, y de la misma manera que no hay quien mueva a Frank de Boer, Reiziger o Kluivert, dicho sea sin ánimo de remover las tripas. Van Gaal quiere gente comprometida y no jugadores con bula, y antepone su filosofía a cualquier otra. Rivaldo, en cualquier caso, no era ni de los unos ni de los otros; no pertenecía a nadie. Nunca se sintió del Barça y el Barça no lo sintió suyo, así que si no fue presentado tampoco merecía ahora ser despedido.

Para avalar su decisión, a Van Gaal le asisten razones deportivas, como no hipotecar el nacimiento de un equipo con un cuerpo extraño, y a Gaspart le avalan argumentos económicos aunque no se sabe si es más delito pagar lo que paga por los suplentes que darle una morterada al campeón del mundo. Frente al respeto que merece la decisión, cabe preguntarse por qué el Barça necesita eternamente desvalorizar a sus jugadores para después, una vez malqueridos, venderlos malamente. En cualquier parte del mundo, darle la carta de libertad a Rivaldo como a un cualquiera suena a un atentado al sentido común. Rivaldo era un problema y venderlo puede ser una solución. Finiquitada la pieza que no ajustaba nunca, ahora queda por montar el equipo. Que se aten pues los machos el entrenador y sus muchachos, porque para bien o para mal se ha acabado el cuento de Rivaldo y se abre el de Riquelme.

Van Gaal presumió siempre de haber domado a Rivaldo hasta convertirlo en el mejor del mundo. Puesto que nadie como el técnico holandés supo convivir con el brasileño, está por ver ahora qué será capaz de hacer sin él. Habrá que preguntarse, por ejemplo, qué pretende de Riquelme, que llega con bombo y platillo dispuesto a dejar de ser un vagabundo para someterse al regazo de Van Gaal. Una historia ya muy vista en el Camp Nou, donde a los jugadores más que disfrutarles se les añora.

Ya es sabido, en cualquier caso, que a Van Gaal nunca le gustaron los jugadores sino los equipos. A la espera de que nazca el nuevo Barça, bien estaría, de todas maneras, agradecerle a Rivaldo cuanto hizo que, por si lo han olvidado, ha sido mucho. Gracias Rivo.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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