De palacio ducal a edificio oficial abandonado
La Casa de los Fogones de Aranjuez, bien de interés cultural y restaurada por el Ivima en 1994, lleva ocho años cerrada
'Con destino a fogones para brasa de la servidumbre de palacio y otros usos, se hizo otra casa frente a la fachada de mediodía del mismo palacio'. Así describe Juan Antonio Álvarez de Quindós en su Descripción histórica del Real Bosque y Casa de Aranjuez, publicado en 1804, la Casa de los Fogones de Aranjuez, un edificio construido en 1780 y declarado bien de interés cultural que, a pesar de haber sido restaurado hace tan sólo ocho años, en 1994, presenta ya un importante estado de degradación.
Cristales rotos, canalizaciones exteriores desprendidas y botellas vacías en el interior de las habitaciones, después de haber sido utilizadas como improvisados cubos de basura. Ese es el aspecto que presenta este inmueble de cuatro alturas, que un día fuera hogar de los duques del Infantado, después de que en ocho años ni el Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid) , que adquirió el inmueble en 1986 y lo restauró en 1994, ni la Consejería de Educación, a quien le fue cedido en el año 2000, le hayan dado un uso real.
Varias tuberías están desprendidas, hay cristales rotos y botellas vacías dentro de las habitaciones
Cuando el Ivima adquirió la Casa de los Fogones en 1986, residían en ella cuatro familias en otros tantos apartamentos, y existía un local comercial en la planta baja. Según lo inicialmente pactado, después de efectuada la rehabilitación, todos ellos podrían retornar a sus renovadas casas.
Sin embargo, dada la importancia histórica del edificio, el Ivima optó por destinar a 'otros usos' el inmueble y llegó a un acuerdo económico con tres de los cuatro vecinos. De su restauración, iniciada en 1990 y finalizada en 1994 con un coste final de 782.100 euros (130.130.491 pesetas) salió una Casa de los Fogones con un exterior renovado y con 24 viviendas perfectamente equipadas y habitables en su interior, según el informe del Ivima.
Entre los años 1994 y 2000, el organismo madrileño conservó la titularidad del edificio, pero no le dió uso alguno. 'Teníamos un juicio con el último inquilino, que no quería ceder su vivienda', explicaron fuentes de la Consejería de Obras Públicas. 'Pero durante ese tiempo se realizaron labores de conservación para evitar el deterioro del edificio'.
La construcción permaneció cerrada y así la recibió la Consejería de Educación cuando le fue cedida en el año 2000, sin un uso determinado, aunque con el objetivo de instalar allí una escuela de oficios o una residencia para los estudiantes del Centro de Estudios Superiores Felipe II, un centro dependiente de la Universidad Complutense, en el que se imparten varias licenciaturas y diplomaturas.
'Cuando lo recibimos, tapiamos las puertas para que no entrara la gente y comprobamos que la estructura estaba en buen estado', asegura el director general de Universidades, Javier García Cañete. Los bloques de cemento que bloquean los accesos no han impedido, sin embargo, que la basura se siga acumulando en el interior de las habitaciones de los pisos bajos.
'Nuestra intención es realizar un plan de adecuación del edificio para convertir la Casa de los Fogones en esa residencia prometida'. ¿Cuando? 'En los próximos cursos' es la respuesta de Educación.
Según Cañete, la intención de la Consejería es darle un uso al edificio 'cuanto antes'. Pero lo cierto es que desde hace ocho años los vecinos de Aranjuez ven cómo cada día se deteriora un poco más un edificio histórico y, hasta hace poco, perfectamente habitable.
'Los arancenses no entendemos por qué el Gobierno regional ha permitido que la Casa de los Fogones llegue al grado de abandono en el que se encuentra actualmente. Sobre todo con la necesidad de alojamiento que sufre mucha gente, y más que nadie los jóvenes', se queja Jesús Dionisio, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Aranjuez.
El portavoz socialista de Patrimonio y diputado en la Asamblea, Antonio Chazarra, recuerda que durante los años noventa, la intención de los sucesivos Gobiernos fue impulsar el desarrollo de Aranjuez como una ciudad universitaria. En la actualidad, por ejemplo, se celebran en el campus ribereño de la Rey Juan Carlos los cursos de verano de esta universidad.
Chazarra se pregunta 'por qué en ocho años no se ha hecho nada' con la Casa de los Fogones, 'salvo dejar que se pierda'. El diputado pedirá a la vuelta de las vacaciones parlamentarias una comparecencia de los responsables de Educación para conocer el misterioso destino del edificio.
200 años de historia
La Casa de los Fogones y de las Brasas, situada a escasos metros del palacio de Aranjuez, fue construida bajo el reinado de Carlos III (1759- 1788), en la misma época en que fue edificada la Casa de Empleados (1786), hoy sede del Ayuntamiento de Aranjuez. 'En el interior de la casa ardían permanentemente unos fogones en los que se quemaban grandes cantidades de carbón. Los rescoldos servían después para rellenar los braseros de palacio y dar así un poco de calor a las habitaciones en las que residía la familia real', explica Ángel Ortiz, actual cronista de Aranjuez. Una carta de la reina María Luisa a Godoy, de 1808, relataba, sin embargo, 'el intenso frío' que reinaba en palacio cuando los reyes se trasladaron a Aranjuez desde El Escorial. Varios nobles levantaron en Aranjuez sus palacios en la época en la que se construyó la Casa de los Fogones. La población era entonces de 2.593 habitantes, en su mayoría empleados al servicio del rey. El propio Carlos IV, que pasaba seis meses al año en el palacio de Aranjuez, según Ortiz, manifestó en 1795 que deseaba que Aranjuez no fuera 'un pueblo abierto para cuantos quieren avecindarse, sino que precisamente se conserve y reduzca a un sitio de recreación, donde sólo residan mis criados y vecinos necesarios para su subsistencia'. En los archivos consta que la Casa de los Fogones perteneció a los duques del Infantado en una época que, según Ortiz, 'debió rondar mediados del siglo XIX'. Desde comienzos del siglo XX y hasta los años cuarenta, una parte de la Casa de los Fogones perteneció al marqués de Aldama, que instaló allí las cuadras para sus caballos.
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