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Reportaje:Mundial 2002 | Brasil y Alemania preparan la final

Los secundarios, al medio campo

Gilberto Silva y Kleberson, dos novatos brasileños que han sabido hacerse un hueco

José Sámano

Brasil es diferente. Sus defensas quieren ser delanteros. Los delanteros son más delanteros que nadie. ¿Y los centrocampistas? Casi no son nadie. O, dicho de otra forma, los brasileños se saltan el tránsito por la zona media, donde se ubican Gilberto Silva y Kleberson, los menos rutilantes, los más novatos, aquéllos a los que les corresponde pasar la fregona. Dos jugadores en la línea de Mauro Silva, Mazinho y César Sampaio, sobre todo Gilberto, el otro Silva. Son los dos con la posición más fija. Apenas se toman libertades. Su misión es escoltar el oro que les rodea. Pero no hay compañero que no les valore. 'Nos dan mucho equilibrio', sostiene Roberto Carlos.

Uno y otro llegaron al Mundial en el furgón de cola, descolgados en la lista de Luiz Felipe Scolari. Gilberto vio la luz cuando se lesionó Emerson, el capitán, en un entrenamiento al inicio del campeonato en el que se disfrazó de portero y se dañó un codo. Kleberson tuvo que ser más paciente. Juni-nho iba por delante. Con todo el atrevimiento, Scolari se lio la manta a la cabeza al principio y juntó al atlético con Ronaldinho, Rivaldo y Ronaldo. La caballería, en pleno. Y cuando el marcador era favorable y había que cerrar las cortinas, Vampeta, como frente a Turquía en el primer choque.

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Sin embargo, en el primer partido en el alambre, en los octavos de final, frente a la resistente Bélgica, Scolari se inclinó por Kleberson en los últimos minutos. Llegada la hora de la verdad, quiso soldar mejor el equipo y arrinconó a Juni-nho. Hasta entonces, Kleberson sólo había jugado 57 minutos ante Costa Rica. Pero con sus nueve ante los belgas convenció de tal forma al seleccionador que fue titular ante Inglaterra y disputó 85 frente a Turquía en las semifinales. El caso de Gilberto es distinto: ha sido fijo en cada partidos, no se ha perdido ni un segundo.

Con tanto jugador ofensivo, Scolari reconoció en los días previos que el centro del campo era su tormento. Las piezas no le encajaban y, de algún modo, tenía que aparcar a alguien. Gilberto y Kleberson no tenían un largo historial. En absoluto. Tan novatillos llegaron que Gilberto, del Mineiro, había jugado siete partidos internacionales antes de volar a Asia. Debutó con Brasil el 7 de noviembre, un mes después de cumplir los 25 años, una edad a la que la mayoría de los brasileños hace tiempo que han emigrado a Europa. Su bautizo fue singular. Scolari, que no contaba con Mauro, el Silva del Deportivo, desde que le aterrara viajar a la Copa América de 2001, le convocó para jugar en Bolivia un partido de la fase clasificatoria. Agobiado por sus patinazos, Brasil necesitaba oxígeno. Y a 3.600 metros de altura, mucho más. Ese fue el motivo por el que Gilberto se hizo internacional, aunque sin éxito: derrota por 3-1.

Kleberson, más joven -acaba de cumplir los 23 años-, ni siquiera jugó la fase de clasificación. Scolari le reclutó el 31 de enero para un amistoso precisamente frente a los bolivianos, pero en campo propio. Era el primero de los siete ensayos. Brasil ganó por 6-0 y Kleberson marcó un gol. Desde entonces el jugador del Paranaense se quedó para siempre junto a Scolari, aunque fuera en la última fila.

Hoy, cuando ninguno de los dos ha celebrado su primer cumpleaños como internacional, están a punto de jugar el partido de su vida como titulares. Una fábula hace sólo unos meses. Además de por su inexperiencia, porque, junto al portero Marcos, son los únicos con el puesto reservado que juegan todavía en Brasil. Kleberson se lo ha ganado por su sencillez en el manejo de la pelota, la que guarda siempre con mimo, y su condición de equilibrista. A gilberto le respalda un dato bien concluyente: de las 87 faltas que ha hecho Brasil, ha cometido la mitad más una: 44.

En un fútbol en el que se amontonan los centrocampistas -los laterales se hacen interiores y los puntas ya sólo son medias puntas- resulta que Brasil, a punto de alcanzar su quinto título, va por la vida sólo con dos con aspecto de teloneros. Tan secundarios que Gilberto es el único jugador del Mundial al que la FIFA no le ha colgado un perfilillo en su página internauta.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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