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El obispo Sánchez cree que los prelados vascos han sido calumniados

'Nos han dado una gran paliza', se queja el ex portavoz episcopal tras la crisis de la pastoral

Calumniados y doloridos tras una 'gran paliza'. Con esa sensación vive José Sánchez, ex portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y prelado de Sigüenza-Guadalajara, tras la crisis que ha enfrentado al Gobierno del PP con la Iglesia católica a causa de la pastoral de los obispos vascos contra la Ley de Partidos. 'El conflicto está ya zanjado, pero no el gran daño causado. Nos han dado una gran paliza', opinó antes de salir en defensa de los autores de la pastoral.

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'Durante nueve días nos han dado una gran paliza, tal vez por no haberse leído con rigor la pastoral. Las personas cultas tienen que actuar con más rigor. Decir que ellos [los obispos vascos] no condenan el terrorismo y que no están con las víctimas, eso es una calumnia', dijo ayer José Sánchez, uno de los prelados más relevantes del episcopado español, del que fue portavoz entre 1993 y 1999. En la actualidad preside la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación.

Tras conocerse la pastoral de los obispos vascos contra la Ley de Partidos y la ilegalización de Batasuna, el Gobierno llamó a consultas al nuncio [embajador] de la Santa Sede en Madrid, arzobispo Manuel Monteiro, y exigió que la CEE condenase la actitud de los obispos del País Vasco. El presidente José María Aznar tachó de 'perversión intelectual y moral' la actuación de los prelados en su conjunto.

José Sánchez calificó ayer como 'un error de cálculo' que el Gobierno llamara al nuncio a capítulo y también que se dijera que 'los obispos vascos necesitaban una reprensión de arriba'. 'Las posibles expresiones desafortunadas no devalúan el valor de la pastoral en su conjunto, en la que los obispos condenan sin ninguna reserva a los terroristas y a todos sus apoyos y expresan con nitidez su opción por las víctimas. Si la Santa Sede hubiera encontrado algo contra la moral y la fe, les hubiera llamado la atención, estoy seguro.La Conferencia Episcopal no ha quitado la razón a los prelados vascos. Nunca. Y tampoco la Santa Sede. Ni antes ni ahora con la pastoral, aunque eso no quiere decir que desde aquí [en referencia a los que viven lejos del País Vasco] se puedan matizar algunas cosas de esa pastoral, que es lo que se ha hecho', afirmó Sánchez.

Sobre el equívoco desenlace de la agria polémica, Sánchez dijo que 'se crearon expectativas de que les íbamos a echar la bronca'. 'No hemos fallado nosotros; el error está en quienes crearon esas expectativas. Decir que ellos [los obispos vascos] no condenan el terrorismo y que no están con las víctimas, eso es una calumnia'.

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Convocado por el Club Diálogos para la Democracia a desayunar en un hotel de Madrid junto a casi un centenar de personas, la mayoría periodistas, el obispo José Sánchez demostró ayer su capacidad para afrontar sin tapujos las cuestiones más complejas. 'Ahora mismo la única medida que puede terminar con el terrorismo es la conversión de los terroristas. Podemos prohibir organizaciones, pero las personas quedan, y es lógico que a los obispos del País Vasco les preocupe que la fractura social sea cada vez más profunda'.

Sánchez subrayó que no es lo mismo opinar desde Madrid que vivir el problema del terrorismo en el País Vasco, pero sobre todo reivindicó el derecho de la Iglesia a opinar y a expresar su pluralidad. 'En lo necesario, unidad. En lo opinable, libertad. En todo, caridad', dijo apelando a san Agustín.

'El clima de enemistad'

José Sánchez vivió 20 años en Alemania como capellán de emigrantes, en la década de los sesenta. 'Allí, a los ilegales, al menos, se les llamaba turistas', dice antes de reclamar del Gobierno y de los españoles que sean 'humanitarios, cristianos y fraternos' con los inmigrantes.Aún no se atreve a opinar sobre la Ley de Extranjería que se avecina, pero le preocupa 'el clima de enemistad en que va a elaborarse. 'Son personas', dice. Sánchez coincidió en Alemania con el [entonces] padre Xabier Arzalluz, ganó allí un merecido ascenso episcopal y además equipó su sabiduría eclesiástica con una perspectiva distinta sobre cómo debía afrontar la Iglesia española la transición desde los privilegios de la dictadura de Franco hacia la democracia. Pero lamenta que se le niegue a la Iglesia su derecho a opinar. Y desafió así a los periodistas: 'La Iglesia no atraviesa sus mejores momentos. España es uno de los países en los que peor se la trata, o más se la maltrata. Es barato meterse con la Iglesia. No sale tan caro como meterse con El Corte Inglés o con el líder de la oposición. No te llaman ni te van a quitar la publicidad institucional'.

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