_
_
_
_
_

'¡Ya están aquí los 'hoo-rigans'!'

La mala fama de los seguidores ingleses atemoriza a los ciudadanos japoneses

La presencia de la selección de Estados Unidos en Corea de Sur ha obligado a las autoridades a montar un impresionante despliegue de seguridad. Pero la presencia de la selección inglesa en Japón ha provocado apreciablemente más miedo en la población local.

No porque se crea que Beckham y compañía podrían ser víctimas de un ataque terrorista, aunque es una posibilidad que la policía japonesa no descarta, sino debido a la mala fama de sus seguidores. Japón está viviendo lo que un periódico en Tokio ayer denominó de hooliganfobia. El ambiente hace pensar en una inminente invasión. Algo así como lo que deben de haber sentido los ciudadanos de Roma ante la llegada de los bárbaros en el siglo V.

La policía de Saitama pide a las gasolineras que cierren antes por si un loco incendia la ciudad
Más información
Warnecke anda suelto
Una bomba en el círculo central
'Tolerancia cero'
Misiles y tropas norteamericanas
La sangre fría de Eriksson

Una de las diferencias es que en aquellos tiempos los romanos no tenían compañías de seguros dispuestas a indemnizarles en caso de que se causaran daños a sus propiedades; otra es que los bárbaros no viajaban bajo la vigilancia constante de policías de su propio país.

La dueña de una cafetería en la localidad de Saitama, donde mañana Inglaterra disputará contra Suecia su primer partido del Mundial, ha pagado una cuota extra a su aseguradora que le cubre específicamente contra destrozos de cualquier tipo que podrían ocasionar los fans ingleses. Lo cual demuestra poca fe en las autoridades japonesas, que están haciendo todo lo posible para que el llamado 'seguro contra los hooligans' no sea necesario.

Además de haber pasado buena parte de los últimos doce meses ensayando las acciones cuasi militares que tendrán que tomar en caso de que las hordas se abalancen sobre los inocentes residentes de Saitama y las demás ciudades donde jugará la selección inglesa, la policía japonesa ha estado en contacto permanente con sus homólogos ingleses, algunos de los cuales están ahora en Japón facilitando la tarea de identificar y detener a posibles malhechores.

Las medidas de seguridad comienzan en la propia Inglaterra. En el aeropuerto de Heathrow las puertas de embarque para los aviones que parten hacia Japón están llenas de bobbies, algunos de ellos sacando fotos de pasajeros sospechosos que inmediatamente envían por Internet a Japón.

Al llegar un vuelo de Londres al aeropuerto de Narita, en Tokio, policías japoneses montan todo un espectáculo, desfilando de un lado a otro en grupos de doce como si fueran soldados, diseñado para que entiendan aquéllos que logran entrar en Japón el mensaje contenido en un papelito que reciben todos al bajar del avión. El papelito dice en inglés: 'La Oficina de Inmigración está tomando medidas contra los hooligans para que el Mundial se lleve a cabo sin problemas'.

Hasta ayer por la mañana la Oficina de Inmigración había deportado a diez ingleses y estaba contemplando la posibilidad de envíar a casa a doce más. Pero en Saitama, en las afueras de Tokio, siguen poco convencidos. La policía local ha advertido a las gasolineras que cierren a las siete de la tarde, y no a las nueve como es habitual, debido al temor de que los hoo rigans, como les llaman, se enloquezcan y decidan incendiar la ciudad.

La medida más importante que se ha tomado a nivel ciudadano en Saitama ha sido la creación de una organización llamada Red de Seguridad, compuesta por unos 200 vecinos de la zona cercana al estadio. Los vecinos han visto varios vídeos de los hooligans en acción durante la Eurocopa 2000, lo cual no ha ayudado a calmar la tensión que reina en Saitama. Como comentó un señor traumado tras ver los vídeos, 'Esos tipos son tres veces más grandes que nosotros'.

La embajada británica en Tokio ha hecho lo posible para tranquilizar a los japoneses. Un comunicado que ha emitido la embajada, dirigido a todo el país y difundido en varios medios de comunicación, reconoce que podría haber 'malentendidos' con los seguidores ingleses. 'Podría ser que uno se asuste cuando observe sus grandes cuerpos', dice el comunicado. Y más todavía cuando vea 'grupos de ellos bebiendo y cantando en bares o plazas con sus banderas en alto'.

Pero no hay nada de qué preocuparse. 'Es simplemente la manera que tienen de expresar su orgullo nacional', explica la embajada, aunque sí sugiere que quizás los dueños de los bares deberían pensar en servir las cervezas en copas de plástico. Eso, y una cosa más. 'Memorizar uns pocas frases en inglés', reza el comunicado, 'como bienvenido o ¿le puedo ayudar en algo?' o Inglaterra tiene una gran selección podría resolver cualquier dificultad'.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_