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Mundial 2002 | El partido inaugural (Grupo A)

La sonrisa de Diouf, el 'asesino en serie'

Hasta ayer, a El-Hadji Ousseynou Diouf, el delantero senegalés del Lens, la fama le perseguía mas que le precedía. Sólo los afectados por el fútbol (entrenadores y expertos aficionados) o especialmente interesados (intermediarios) tenían entre sus notas a este joven delantero (21 años), al que medios futbolísticos franceses califican como 'asesino en serie', porque marca sus goles con una pequeña sonrisa. Falto de reconocimiento mundial, los mismos medios le califican de futbolista un tanto indisciplinado, algo que contrasta con la adoración que siente por su seleccionador, Bruno Metsu, por haber metido en cintura a una selección dada al conflicto y al individualismo. Por si queda algún cabo suelto en su aprendizaje profesional, Diouf anunció ayer que la próxima temporada jugará en el Liverpool, que también se ha hecho con el fichaje de su compatriota Salif Diao, fornido defensor. Absténganse pues cazatalentos, porque la pieza está cobrada.

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Diouf necesitó apenas diez minutos para abrirse al mundo: se fue por la banda derecha, superó por velocidad y habilidad al grandullón Desailly, corrió por la línea de fondo y efectuó el pase de la muerte. No fue gol, pero los ojos de los aficionados ya no le perdieron de vista. Minutos después, hizo lo propio con Leboeuf: jugada repetida, calcada, y entoncés sí fue gol. En un santiamén, Diouf -un chico con aspecto de rapero fuera del estadio- desacreditó a una de las mejores defensas del mundo. Ni Leboeuf ni Desailly pudieron pararle, salvo en falta, en el mano a mano. El primero, le derribó cuatro veces en la primera mitad; el segundo, una. Hasta Petit, acudió en auxilio de sus compañeros, y se llevó una amonestación como castigo. Las entradas de los tres pertenecían a la categoría de la impotencia.

Diouf se define por el talento, la habilidad y la velocidad, es decir resume en sí mismo la definición que él hace de su selección: 'la creatividad y el instinto africanos más el rigor europeo'. El Mundial encontró la primera revelación: un chico rebelde que corre y finta como un diablo.

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