Las religiones son protagonistas
Las religiones no desaparecen, se transforman. Contra la idea de que el progreso secularizaría la existencia, ahora se constata que la religión, con uno u otro aspecto, entusiasma al mundo. En Francia, la escuela laica y republicana de hace más de un siglo está planeando recuperar la enseñanza de las religiones; en España, en Italia, en Alemania, la inmigración multirreligiosa suscita nuevos problemas de libertad de expresión y reunión, como no se habían conocido en muchas décadas. En el Tercer Mundo aumentan por decenas de millones los adheridos al Corán, y en Siria, Irak, Arabia Saudí o Indonesia progresan los movimientos fundamentalistas. En Rusia, en China, en Cuba, emergen movimientos teológicos que estuvieron paralizados por la censura. En Estados Unidos, seis de cada diez adultos acuden a los oficios al menos una vez al mes, y cuatro de diez, todas las semanas. La proliferación de sectas, la multiplicación de conflictos por causas religiosas, los choques multiculturales, han promovido en varios departamentos de prospectiva el interés por las nuevas tendencias religiosas. Entre tales instituciones, la World Future Society, de Bethesda (Maryland), ha publicado un trabajo de Ron Sellers donde se recogen una decena de previsiones relacionadas con el mundo de la fe. Algunas de las principales son éstas:
Sin recurrir a la apostasía, diferentes grupos de católicos condimentan su fe sin observar los mandamientos en asuntos como la virginidad, la contracepción o el celibato sacerdotal
En Occidente, la religión se ha convertido en un puntal del yo solitario ante una sociedad sin demasiadas contemplaciones, y en el Tercer Mundo, en un soporte de identidad nacional
1. Creciente interrelación actual entre el mundo de la ciencia y de las religiones. De una parte, las Iglesias se valen de la ciencia en sus investigaciones históricas en el análisis de reliquias y emplazamientos míticos. De otra, la ciencia de nuestros días (la clonación, la ingeniería genética, la biotecnología) plantea problemas morales que dividen a los seguidores de la Biblia, el Veda o el Talmud.
De otro lado, las ciencias sociales han comenzado masivamente a aceptar los eventuales beneficios de la fe. Un estudio canadiense ha mostrado que quienes acuden a la iglesia destinan más tiempo y dinero a ayudar a los demás. Una investigación del National Institute for Health Care, en Maryland, prueba que la reincidencia de los delincuentes decrece en proporción a su estudio de la Biblia mientras estuvieron presos. Los niños, según asegura la Universidad de Columbia, se deprimen menos si recibieron educación religiosa de sus padres.
2. Los graves conflictos que se sufren en la India, en Pakistán, en Irlanda, en Indonesia, en Bosnia, en Sudán, en Israel, son provocados más por convicciones religiosas que por razones étnicas o políticas. ¿Irán a más? El pronóstico es que con la creciente mixtura de los pueblos se reducirá la magnitud espacial de los choques y disminuirá también la gravedad. Una razón para ello sería el aumento en el cruce de comunicaciones a través de Internet. Otra se basaría en las oleadas migratorias, que contribuyen, más allá de los problemas, a la formación de grandes culturas híbridas.
Una reciente investigación de la Christian Research Association, de Londres, informa de que en este año 2002 casi se igualarán el número de musulmanes y de practicantes anglicanos en Inglaterra. Mezquitas, sinagogas, templos budistas, se alzan junto a iglesias católicas o protestantes, y el 70% de los centros evangelistas del mundo se encuentran ya fuera de Occidente, frente a un 30% en 1962.
3. La mixtura entre creencias ha existido siempre (coptos cristianos en Egipto, judíos en Rusia), pero nunca tanto como ahora. En un país receptivo como Estados Unidos, desde 1820 a 1991, las 10 nacionalidades de mayor inmigración eran cristianas. Ahora, desde 1992, cuatro de los orígenes principales pertenecen a otros credos. En China se cuentan más de 60 millones de cristianos, y esta influencia cunde por toda Asia oriental.
Creencias a la carta
La mayor intercomunicación y el hiperindividualismo ha inducido a forjarse religiones a la carta, en pequeños grupos o uno a uno. Un individuo puede, en cuanto budista, profesar un gran respeto por todas las formas de vida, en cuanto católico encandilarse con la existencia de los ángeles y, en cuanto mormón, reforzar la centralidad de la familia. La mezcla de religiones es especialmente clara entre los amantes de la new age, donde cabe todo, incluidas las prácticas más naturales y primitivas.
Complementariamente, dentro de una misma Iglesia, y sin recurrir a la apostasía, diferentes grupos de católicos condimentan su fe sin observar los mandatos de Roma en asuntos como la virginidad prematrimonial, la contracepción, el celibato sacerdotal, la condena de la homosexualidad, etcétera. Simultáneamente, cada día son más frecuentes los matrimonios entre fieles de distintas religiones tradicionales o de nueva creación. Unas tan pintorescas como La Puerta del Cielo o la Rama Davidiana, otras tan livianas como las telerreligiones, asimilables a manuales de autoayuda y efectos para usar y tirar.
Varias veces se ha repetido en estos años que 'el siglo XXI será espiritual o no será'. Lo cierto, en suma, es que la religión se ha reciclado como soporte individual y colectivo en dos grandes zonas. En Occidente, la religión se ha convertido en un puntal del yo solitario ante una sociedad sin demasiadas contemplaciones. Y en el Tercer Mundo, la religión ha resucitado como un soporte de identidad nacional ante la avalancha de culturas homologadoras que ha coincidido con su decadencia económica y moral.
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