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Interior prepara un centro para los inmigrantes de Fuerteventura que simula una prisión

Un viejo cuartel reformado acogerá en 26 celdas a 320 extranjeros sin documentación

Muros de cuatro metros de alto coronados con alambre de espino, celdas para 16 personas cerradas con barrotes, ventanas con planchas de hierro agujereadas para dejar pasar hilos de luz, patios separados por paredes erizadas de alambradas... Éstos son algunos de los detalles del proyecto provisional del centro que el Ministerio del Interior ha comenzado a habilitar en Fuerteventura, mediante la reforma de un cuartel, para internar a los inmigrantes africanos que desde hace más de dos años son hacinados en la vieja terminal del aeropuerto. El Gobierno cree que la obra estará lista en dos meses.

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Hace 15 días, el arquitecto Jorge Sastre fue convocado por el director insular de la Administración del Estado, Ramón Paniagua, a una reunión con el comisario de policía, Jesús Redondo, y un constructor para inspeccionar el antiguo cuartel de la Legión de El Matorral, frente al aeropuerto. Allí le plantearon que remozara los barracones del acuartelamiento para cobijar a los inmigrantes del aeropuerto, cuyas condiciones de internamiento han provocado numerosas denuncias. Sastre aceptó y el ministerio tramitó un 'expediente de emergencia'. Esto implica, entre otras cosas, que aún no existe un contrato firmado y que proyecto y obra avanzan a la vez.

'La solución que se planteó era más idílica que ésta de ahora', recuerda el arquitecto. 'Se trataba de que los extranjeros convivieran en mejores condiciones que en el aeropuerto'. El estudio de Sastre elaboró un boceto y lo envió a Interior. Cuando se lo devolvieron, había sufrido un cambio drástico: 'El nuevo criterio consistía en dividir a los internos en grupos pequeños, para controlarlos mejor'.

Celdas de 31,5 metros

Fueron diseñadas 18 celdas, de 31,5 metros cuadrados, para albergar en cada una a 16 hombres en literas. El frente dará a un pasillo y estará cerrado por una reja a través de la cual podrán mirar el televisor colocado sobre la celda de enfrente, donde se pretenden emitir 'vídeos educativos'. Al fondo serán instalados dos lavabos y, cerrados por tabiques sin puertas, un retrete y una ducha. Habrá una ventana con barrotes, sellada con una plancha metálica horadada para que entren rayos de sol.

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Para evitar fugas, las ventanas sólo podrán ser accionadas desde el exterior. Con el fin de que los internos no puedan obtener materiales con los que fabricar armas y usarlas contra sus compañeros o para lesionarse, las bombillas irán incrustadas en el techo y cubiertas por una rejilla, no habrá enchufes y las cisternas de los retretes estarán engastadas en la pared.

Las mujeres se alojarán en ocho celdas de 19 metros cuadrados, para cuatro internas cada una, sitas en otro barracón. En éste están previstas también tres dependencias de 12 metros cuadrados: una para el consultorio médico, otra para las entrevistas consulares y otra para Cruz Roja. Otro barracón albergará a los policías que custodiarán el complejo. Y otro más (en las antiguas duchas del regimiento) será el almacén.

Los inmigrantes podrán tomar el sol en cinco patios, a los que accederán por un pasillo cerrado y que estarán separados entre sí por paredes de dos metros erizadas de alambradas. En principio, el número de patios servirá para separar a las mujeres de los hombres y, entre éstos, a los subsaharianos de los marroquíes y a éstos, de los saharauis, para evitar conflictos. No está prevista la construcción de cocinas ni de comedores. Los internos seguirán alimentándose con el cátering del aeropuerto. Deberán comer en bandejas, en las celdas o en el patio que les corresponda.

El perímetro del centro (1.000 metros cuadrados construidos y 2.082 al aire libre) aparece en los planos rodeado por un muro de cuatro metros, coronado por alambradas. Sastre define el proyecto como 'una mezcla entre un centro de acogida y uno de internamiento'. Los primeros, denominados CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) son de régimen abierto, y los segundos, llamados CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros), son de régimen cerrado. Los CIE de Málaga y Valencia están en antiguos cuarteles y el de Madrid, en un complejo policial, aunque se estudia llevarlo al hospital penitenciario de Carabanchel, según fuentes de Interior.

El arquitecto cree que el proyecto definitivo para alojar a los extranjeros en el viejo cuartel de Fuerteventura, con los últimos retoques que aún puede introducir el Ministerio del Interior, estará listo en los próximos días. El coste estimado del proyecto es de 510.000 euros (casi 85 millones de pesetas).

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