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Reportaje:

Los inversores se alejan del riesgo

El dinero se mueve hacia los depósitos bancarios y los fondos de dinero, tras salir escarmentado de una Bolsa bajista

Las grandes cifras muestran la aversión que muchos inversores sienten hoy en día por colocar su dinero en productos o valores donde puedan perder dinero. Es una vuelta hacia las opciones más clásicas, como los depósitos bancarios o los fondos de dinero (fiamm), donde, si bien es cierto se gana poco, al menos se consigue mantener el capital. Tras algo más de dos años de Bolsa bajista, la creciente inversión en acciones empieza a apagarse.

Los tranquilos seguros de vida-ahorro también se han beneficiado de la búsqueda de refugios, al crecer sus primas casi un 10% el pasado año

Los inversores españoles se han visto sometidos a numerosos cambios en los últimos dos lustros. Internacionalización, caída brusca de tipos de interés, boom de la Bolsa y crisis de la inversión en acciones, que se prolonga más de dos años. Estos continuos cambios han provocado un movimiento acelerado del dinero: desde la deuda a las acciones, y más adelante, hacia la inversión internacional, favorecida por un euro que ponía fin al riesgo de tipo de cambio entre monedas.

Una situación que ha afectado tanto a grandes como a pequeños inversores, aunque los primeros ya estaban más instruidos en el manejo de sus capitales. El presidente de la Bolsa de Madrid, Antonio Zoido, manifestó esta misma semana en su conferencia en el Club Siglo XXI que los pequeños inversores habían sido mucho más fieles a la inversión bursátil que los grandes inversores institucionales (bancos, cajas, aseguradoras, fondos de pensiones...). Un mayor aguante del pequeño inversor que se ha apreciado en todos los mercados mundiales, incluso después de los graves atentados terroristas del 11 de septiembre, donde muchas instituciones optaron por huir despavoridas.

Sin embargo, ya empiezan a aparecer las primeras cifras que indican un trasvase de dinero desde los instrumentos de riesgo, con la Bolsa a la cabeza, hacia los más seguros. El argumento estadísticamente comprobado de que la inversión en Bolsa es la más rentable si se mantiene durante largos periodos de tiempo no ha convencido a unos inversores nerviosos no dispuestos a perder más dinero.

En las cuentas financieras que ofrece el Banco de España, las familias españolas tenían en septiembre de 2001 acciones por valor de 272.000 millones de euros, y justo un año antes esta cifra se elevaba hasta los 343.000 millones de euros.

En sentido contrario, el crecimiento de los depósitos y del efectivo ha aumento de forma considerable. En septiembre de 2001, los hogares españoles tenían 444.154 millones de euros en efectivo y depósitos, mientras que en idéntica fecha del año anterior el volumen era de 407.139 millones.

Así, muchos inversores convierten sus posiciones en Bolsa en depósitos bancarios, aunque, a decir de los expertos, nunca se volverá a la situación que había hace diez años, donde el dinero que las familias destinaban a la Bolsa era residual dentro de su cartera financiera. Y es que, según los estudiosos de los mercados, pese al mal momento actual de las bolsas, éstas serán un destino obligado, cuando ya empiezan a escasear los títulos de deuda pública ante los equilibrios presupuestarios de los estados.

Vuelta en solo un año

Los fondos de inversión también son un excelente instrumento para conocer las preferencias en las opciones de inversión en los mercados debido a la amplia gama que cubre todo tipo de inversiones. Durante el pasado mes de febrero, con datos de la consultora de fondos Lipper, los de dinero (fiamm) que no tienen riesgo fueron los que más crecieron, con 555 millones de euros. Esto ocurre en un mes en el que el conjunto de la industria de fondos perdió 30 millones de euros de patrimonio.

Con una visión de más largo plazo se aprecia mejor este trasvase hacia las inversiones seguras. Al cierre de 2000, los fondos de acciones tenían 16.000 millones de euros más de capital que los fondos de dinero. Esta situación se dio la vuelta en tan sólo un ejercicio. A finales del pasado año, los fondos de renta variable movían 37.495 millones de euros, mientras que los otrora olvidados fiamm rozaban los 44.000 millones de euros en su patrimonio.

Un cambio muy brusco de los inversores que vendían sus participaciones en los fondos de acciones españolas e internacionales para refugiarse en la renta fija y deuda a corto plazo que configura la cartera de los fondos de dinero (este tipo de activos se compran con una vida máxima de 18 meses).

Estrategia de no perder

Los expertos consultados destacan que estos movimientos tan rápidos se están produciendo sin que existan alternativas convincentes. Los tipos de interés continúan en niveles muy bajos y difícilmente en el caso de España se consigue superar la inflación (3,1 puntos interanual) con un depósito y, mucho menos, con una cuenta corriente, que actualmente carecen de rentabilidad. Por eso, el inversor, ahora convertido nuevamente en ahorrador, no logra siquiera que su dinero mantenga el poder adquisitivo.

Se trata, pues, de una estrategia puramente defensiva que se marca como objetivo el no perder el capital, aunque éste se deprecie ligeramente por el crecimiento de los precios. Por ello, cualquier movimiento al alza en los tipos de interés podría provocar una mayor salida del dinero con riesgo hacia las inversiones donde no se pone en peligro el capital.

También los productos del seguro se están favoreciendo del mal clima que soportan las acciones. Son las reservas de seguro de vida las que están captando el dinero que sale de mercados más arriesgados. Con los datos del Banco de España, a septiembre de 2001 este apartado que recoge los garantizados planes de jubilación contaba con 80.198 millones de pesetas, con un crecimiento de casi el 10% en relación con idéntico periodo del ejercicio anterior.

Los fondos de pensiones son un caso aparte, ya que carecen de liquidez y no se pueden trasvasar hacia otros productos financieros, aunque sí se puede optar por una distinta modalidad dentro de la propia gestora del fondo, así como trasladar los derechos consolidados a una gestora diferente.

Estos fondos de pensiones han sufrido también el mal momento de los mercados bursátiles, ya que muchos ahorradores optaron por esta fórmula para rentabilizar su dinero a largo plazo. Ante la imposibilidad de sacar este dinero y con el horizonte de largo plazo con el que debe invertirse este dinero, los fondos de pensiones han visto crecer su patrimonio. Eso sí, el aumento ha sido más bien modesto: 2.000 millones de euros en el último año.

Los grandes inversores aguantan menos las pérdidas

Los grandes inversores institucionales no tienen tanta paciencia para soportar las pérdidas de los mercados de acciones. En estos días se ha conocido la reducción de posiciones que mantenían algunos bancos en el llamado 'núcleo duro' de importantes sociedades cotizadas en el mercado español. Ya no se obtienen jugosas plusvalías con las acciones y, además, es tiempo de hacer resultados extraordinarios si quedan ganancias latentes de acciones compradas hace años. La cartera de las instituciones financieras españolas muestra una importante adelgazamiento. Así, poseían 88.728 millones de euros en acciones cotizadas al cierre del tercer trimestre del pasado ejercicio. Esta cifra era en el primer trimestre de 2000 de 140.661 millones. En poco más de un año, las ventas de acciones y la depreciación de sus posiciones habían reducido a casi la mitad su cartera de títulos de empresas cotizadas. Este movimiento ha tenido su contrapeso en la adquisición de deuda pública, actividad que disminuía en la banca española desde 1997, tras un ejercicio precedente en el que únicamente creció el 0,1%. Desde ese año se han producido continuos recortes en la inversión en deuda que, sin embargo, han conocido su fin durante el pasado ejercicio. En 2001, la inversión en deuda de la banca aumentó un 16%. En el mundo del dinero, las inversiones están siempre en continua competencia y seguir las directrices de las grandes instituciones es, casi siempre, una forma de garantizarse el éxito en la inversión. Máxime ellas, que recogen velas antes que nadie.

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