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Reportaje:

Valencia según Torrent

El escritor novela en 'Societat limitada' los azares de una ciudad dominada por el engaño y la corrupción

Nada tiene que ver la Valencia que describe Ferran Torrent en Societat limitada, su nuevo libro, con el país y la ciudad idílica que aparecen en las campañas de promoción turística que regularmente llegan a las pantallas de televisión. Bajo el celofán de la publicidad financiada por la Administración conservadora, el escritor descubre una sociedad en la que la corrupción y el desprecio más absoluto al interés del ciudadano guían la actuación de los políticos de todo signo, de los empresarios, de quienes ejercen cualquier poder. 'Aunque parecen reales, los personajes de esta novela son de ficción', advierte el autor en el pórtico de su libro. Y los hechos, ¿son también ficticios? 'Describo la sociedad que conozco', responde Torrent.

Se habla de sexo. Del que halla en los países del Este la materia prima para un negocio despreciable y descomunal
Está Oriol, asesor empresarial, y Julia, asesora política, con igual capacidad para el chantaje y la traición

Explora el escritor en Societat limitada (Columna) la Valencia del cambio de siglo, en la que 'el personaje autóctono más valorado es doña Concha Piquer, una tonadillera ya fallecida'. Extrae el narrador este dato de una encuesta realizada por encargo de los nacionalistas de izquierda, una fuerza aún extraparlamentaria que no dudará en aceptar los favores de uno de los empresarios más turbios del país. Cómodamente instalados en las poltronas institucionales, que tanto anhelan los nacionalistas, conservadores y socialistas se enfrentan en público y pactan en privado. Más importante que su compromiso con los electores es la defensa de sus intereses particulares, para lo que no dudan en someter a su discrecional voluntad todos los resortes del poder: la Cámara de Comercio, por ejemplo, o la todopoderosa Bancam, la caja de ahorros sin cuyos créditos cualquier empresa resulta más difícil, por no decir imposible, en la Valencia que convoca Torrent, sea el desarrollo un proyecto empresarial o inmobiliario -las comisiones bajo mano son moneda corriente-, sea la consecución de un escaño en el Parlamento autónomo.

En esta historia tiene también un papel -y nada menor, por cierto- el sexo. El sexo de pago, claro, el que encuentra en el norte de África y en los países del este de Europa la materia prima para un negocio tan despreciable como descomunal.

Entre los personajes que sirven la trama urdida por Torrent destaca Julia, Julia Aleixandre, subsecretaria de la Presidencia de la Generalitat valenciana. Treintañera, buena educación, gustos caros. Ella es la que ejerce el auténtico poder, sin escrúpulos, en la sombra. Con todos los medios a su alcance, que son muchos, claro. Una mujer que, a veces, después de una interminable jornada laboral, decide acabar el día con la cabeza entre las piernas de un monumental 'negro tirando a mulato' que ha seducido minutos antes en un bar de moda. Está también Oriol, pulcro y educado asesor del empresario Lloris, tan joven y ambicioso como Julia, con igual capacidad -si no más- para la maniobra y el chantaje y la traición.

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'Describo la sociedad que conozco', insiste Torrent. La que vive a diario, la que ha entrevisto en el trato con sus amistades del mundo empresarial, en sus conocidas y no infrecuentes visitas a los locales de alterne, en su etapa como candidato al Senado por el Bloc Nacionalista Valencià, en su actuación como miembro del Consejo Valenciano de Cultura, cargo para el que fue designado a propuesta de los socialistas y que abandonará próximamente. 'Cuando se pongan de acuerdo en el nombre de la persona que va a sustituirme', dice.

La Valencia en la que vive Torrent no se agota en Societat limitada. La novela 'tendrá continuidad'. Eso explica su final abierto. El autor quiere hablar de fútbol, de política municipal -¿surgirá de ahí un Berlusconi valenciano?-, de cultura. Del triste paisaje en el que se desenvuelve la cultura valenciana. Con un reciente decreto -que no acaba de entrar vigor- que borra de los programas educativos a autores tan destacados como Llull, Rodoreda, Vilallonga o Espriu por la simple y peregrina razón de que no son valencianos. Con la negativa del presidente Eduardo Zaplana a sumarse a la iniciativa de Cataluña y Baleares y participar en la creación del Institut Ramon Llull, un instrumento para la difusión del catalán en el mundo.

Torrent, en cualquier, caso prefiere no perder la esperanza: 'Era un gesto; no hacen fuerza', dice sobre la aplicación del decreto que excluye a los autores no valencianos de los programas de enseñanza de lengua y literatura en el bachillerato y la enseñanza secundaria obligatoria. 'Entrará en silencio', asevera sobre la incorporación de Valencia al Institut Ramon Llull. El 'electorado más carca' del PP, como lo llama Torrent, sigue alerta, con el oído atento, y no hay que perturbarlo. El escritor seguirá también con el oído atento, pero para gritar lo que oiga en su próximo libro, que llegará dentro de un año y medio, dos años a más tardar.

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