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Columna
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A ciegas, sin botellón

Durante toda la semana se escuchó el ruido del botellón, por plazas y parlamentos. La cultura del vino se ha resuelto en madrugadas de adolescencia y estrépito. Y este Gobierno, tan funesto y monótono como carente de imaginación, se dispone a hacer lo que le arrebata: prohibir. Prohibir, primero; y ver cómo se apaña, cuando sea. Pero andar a ciegas no es sólo efecto de las bebidas espirituosas, sino de Iberdrola. Aunque a Iberdrola no hay quien le meta el diente. La empresa alienta un sentido reverencial, por el poder de la pasta. Últimamente hemos soportado la tira de cortes en el suministro eléctrico; y en Alicante, el caos y una sucesión de apagones que terminaron irritando al contribuyente de a pie, en el cepo de una hora punta, o frente a un ordenador de intermitencias. Iberdrola se largó por una frase de curso histórico: 'No enviamos nuestras dotaciones a luchar contra la niebla'. Porque la niebla, con su humedad, ha sido la excusa. La niebla, Iberdrola y los cortes de luz, han puesto en la picota, otra vez, la indefensión de unos políticos venales, frente al encanto del capital. Y encima, el socialista Jordi Sevilla malmetiendo en el Congreso: El PP mucho liberalizar, pero de competencias y responsabilidades, nada. Y Rodrigo Rato, largo y bien colocado en el escalafón sucesorio, dándoles estopa a las instituciones periféricas, cada día más canijas: Oiga, usted, que la distribución eléctrica, no incumbe al Gobierno central.

Fernando Castelló, pillado con las vergüenzas de la Innovación y la Competitividad en horas fláccidas, confesó de plano que no tienen cobertura legal, ni iniciativa, ni información de lo que está sucediendo con la luz, aunque desde la Generalitat se trabaja, desde años atrás, para que dispongamos de instalaciones que mejoren el abastecimiento y la distribución. Pero de sanciones a Iberdrola, ni palabra. Aquí el pequeño industrial y el usuario, que se las ventilen como puedan. Y zanjó la zozobra, con un argumento tan peregrino como enigmático: Los cortes son asunto del mercado energético internacional. Pero qué impresionante y cómo está de puesto en el tema este hombre. O sea, que nos innovemos por nuestra cuenta y nos entreguemos a la competitividad del neoliberalismo más golfo.

Y los ayuntamientos populares, que se sitúan en el último eslabón de la cadena de mando, entre la obediencia, la improvisación y el sainete. Luis Díaz Alperi, alcalde de Alicante, se mostró desamparado y sincero, sin saber si disponía de medios para conjurar los apagones. A pocos kilómetros, el alcalde socialista de San Juan, Paco Seva, está dispuesto a pedir responsabilidades y compensaciones económicas a Iberdrola, para un vecindario afectado, ahora y el último verano. Finalmente, y en vista de que nuestros representantes, en ejecutivos varios, no pueden o no quieren, defender de abusos y pitorreos a los ciudadanos, tendrán éstos que poner a Iberdrola firmes y en el lugar que le corresponde: o invierte en infraestructuras y da un servicio decente, o que apague y se vaya con sus cortes de fluido y de mangas. Además de todo lo otro, entre EE UU con lo de las clementinas e Iberdrola, con sus apagones, terminarán cargándose los pronósticos electorales de un PP, que salta a la vista y a la chispa.

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