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Columna
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Condenado

Si nada lo remedia, el próximo 12 de marzo verá la luz mi biografía sobre Miguel Hernández. Hablo de medio millar de páginas destinadas a situar al poeta de Orihuela en el lugar que le correspondía, mal que le pese a detractores e interesados prosélitos, censores y hagiógrafos, aquellos, en fin, que hicieron de él un denostado mediocre o un mártir del sacrificio. Años de investigación, de recolección de documentos, testimonios, hallazgos y muchas horas de reflexión cotejando textos, husmeando en centenares de artículos, ensayos y decenas de biografías sobre Hernández han servido para poner en manos del lector un material decididamente objetivo donde nada se afirma sin la correspondiente prueba y sin la argumentación necesaria. Pese a ello, el único anticipo de un par de columnas publicadas en este diario y una breve entrevista sobre el tema aparecida el pasado diciembre han servido para desatar las primeras iras del respetable. El fuego lo abrió hace unas semanas don Antonio Pérez Menárguez, distribuyendo en diversos diarios una sustanciosa Carta al director en la que se me califica de irreflexivo, recalcitrante del feísmo histórico, amigo de la temeridad y difusor, al parecer, de una 'gravísima y lamentable acusación, maligna, fuera de tono y extemporánea' sobre don Luis Almarcha, vicario general de Orihuela en aquellos años. Lamento de veras que sin haber leído una sola línea de un libro inédito aún ya se me haya propuesto para la hoguera, pero lo que más me entristece es el breve aparato argumental que esgrime mi denunciante: las dudas razonables de Juan Guerrero Zamora sobre un prelado cargado de virtudes y las subjetivas impresiones del profesor Muñoz Garrigós tras su entrevista con el canónigo en 1967. Hay pruebas, Sr. Pérez Menárguez, documentos del propio Almarcha y testimonios directos como el de Luis Fabregat, Ramón Pérez Álvarez, Elvira Hernández, Ramón Cuenca, Abad Miró, Martínez Arenas y un largo etcétera que apuntan en otro sentido. Nada tengo contra nadie, pero ignorar la evidencia también es un delito de infidelidad histórica que no me pienso permitir. Precoz me parece la polémica y esto acaba sólo de empezar.

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