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AMÉRICA LATINA

La tercera moneda agrega interrogantes a la crisis argentina

El argentino no disipa las dudas sobre una devaluación del peso y divide al peronismo

Alejandro Rebossio

Sólo en dos países circulan tres unidades de pago: Cuba y China. Rodríguez Saá, que permanecerá en el poder hasta las elecciones del 3 de marzo, decidió unirse a ese club para inyectar liquidez a una economía paralizada desde que su antecesor, el radical Fernando de la Rúa, congeló los depósitos por 90 días. Además el Estado carecía de recursos para pagar el sueldo de diciembre a funcionarios y jubilados, o para lanzar un programa de empleo temporal, que primero beneficiará a 110.000 personas pero pretende alcanzar a 1 millón de los 2,5 millones de parados (20% de la población activa).

No podía optar por imprimir más pesos. Hubiera supuesto una devaluación porque el Banco Central ya no tiene reservas para respaldar la emisión de la moneda nacional. Y se quebrarían diez años de vigencia de la llamada convertibilidad, que fija que cada peso es convertible a un dólar. Este mecanismo frenó la hiperinflación de 1989 y 1990, que aún permanece grabada en la memoria de los argentinos. De ahí que el 79% de ellos rechace una depreciación.

El Gobierno sueña con que el argentino equivalga al peso. De acuerdo con esa cotización pagará los sueldos y jubilaciones
En provincias como Córdoba ya circulan cuatro medios de pagos y con la nueva moneda se agregará un quinto

Si se devalúa la moneda local, la mayoría de las empresas y personas dejarían de pagar sus créditos, que están expresados en dólares porque ofrecen un tipo de interés más bajo. Por eso la Unión Industrial Argentina (UIA), promotora de un tipo de cambio flexible para devolver competitividad a la producción, sugiere que simultáneamente se nominen en pesos los créditos. Pero esta disposición obligaría también a transformar los depósitos en moneda de EE UU a pesos para impedir un descalabro de la banca, lo que perjudicaría a muchos ahorradores.

Todos estas razones llevaron a Rodríguez Saá a ratificar la convertibilidad y aceptar la idea de la tercera moneda, que le sugirió un economista, empresario y conductor de un programa de televisión, David Expósito. Se llamará argentino y, a diferencia del peso, flotará libremente respecto del dólar. Al igual que cualquier otra moneda, podrá utilizarse para cancelar pagos o como reserva de valor. No es un bono con interés y vencimiento, como los que se usan en nueve provincias argentinas.

El Gobierno sueña con que el argentino equivalga al peso. De acuerdo con esa cotización pagará sueldos, jubilaciones y subsidios. También podrán retirarse en argentinos los depósitos a plazo fijo y los salarios, sin el actual límite de 1.000 pesos (188.000 pesetas). El peronismo confía en que la población tome el argentino como un peso, así como ocurrió este año con los patacones (bonos de la provincia de Buenos Aires).

Economistas y empresarios, sin embargo, advierten de que los argentinos se depreciarán si se imprimen en exceso. De ser así, se despertaría la inflación en una economía dolarizada, que durante décadas convirtió al dólar en el único refugio para el ahorro.

En una cena con la cúpula de UIA, Rodríguez Saá prometió que emitirá 'hasta 10.000 millones de argentinos'. Sin embargo, el economista y ex ministro Juan Llach advirtió que la actual deflación puede tolerar hasta 4.800 millones de argentinos, siempre y cuando se absorban los 2.800 millones de bonos en circulación. En provincias como Córdoba ya circulan cuatro medios de pagos y con el argentino se agregará un quinto.

La incertidumbre monetaria llevó a que el Gobierno prohibiera desde el pasado día 21 las operaciones de cambio. La trampa apareció a poco de la ley. En el aeropuerto de Ezeiza y en las calles de Buenos Aires reaparecieron los arbolitos, personajes de los tiempos hiperinflacionarios que ofrecen cambio con disimulo. En este mercado negro, el dólar se cotizaba a 1,90 pesos, en lugar de 1, como fija la ley de convertibilidad. Constituye un mal presagio para el futuro argentino, que ni siquiera contará con el respaldo de las reservas internacionales, sino con el de los inmuebles del Estado.

Intereses españoles

La temida pero previsible devaluación del argentino incrementará la morosidad de créditos en dólares, lo que perjudicaría a las filiales de BBVA (Banco Francés) y SCH (Banco Río). También complicará el pago de las tarifas de los servicios públicos privatizados, cuyos contratos están dolarizados. Esta situación afectaría a Telefónica, Endesa y Gas Natural. De ahí que el ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Piqué, viajara el jueves a Buenos Aires para pedirle al presidente argentino que se respeten las 'reglas de juego', en implícita alusión a las tarifas en moneda norteamericana. Si se desdolarizaran, los beneficios de las empresas españolas caerían al compás de la devaluación.

El argentino debe crearse por ley, pero los diputados del fracturado peronismo ya han advertido al Ejecutivo de que sólo admitirán la emisión de 5.000 millones de argentinos.

El presidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, reconoció que el argentino es sólo una medida de emergencia para reactivar la economía. 'No estoy seguro de que el nuevo sistema sea el bueno, pero al menos es un paso en la buena dirección', opinó Neil Parker, analista del Royal Bank of Scotland. En cambio, su colega Ignacio Sosa, del fondo One World Investments, observó que la combinación de la convertibilidad y la tercera moneda consiste en una 'receta para el desastre'.

David Expósito, inspirador y víctima del 'argentino'

La historia del economista y periodista David Expósito es la de un hombre que en una semana pasó de la conducción de un programa de televisión por cable a la fama por ser el mentor de la tercera moneda en la Argentina, y de ahí a la defenestración. Hace poco tiempo, en una comida de homenaje a la prensa, este ex dirigente de la Unión del Centro Democrático comentaba a sus compañeros de mesa: 'Acá quieren devaluar el peso o dolarizarlo, pero yo tengo la solución y nadie me hace caso'. El nuevo presidente Adolfo Rodríguez Saá le prestó atención y decidió aplicar su idea. Como recompensa, le nombró el miércoles al frente del Banco de la Nación Argentina, que no regula el sistema financiero, sino que fomenta el crédito barato para las empresas y las personas. Expósito, ex director del Banco Central (homólogo del Banco de España) y del polémico Banco Nacional de Desarrollo, iba a tener en sus manos una millonaria cartera, pero el viernes Adolfo Rodríguez Saá lo echó. David Expósito, dueño de un grupo de revistas, se ganó la enemistad de los legisladores peronistas cuando el jueves último propuso que se emitiera la desorbitada e inflacionaria suma de 15.000 millones de argentinos. El senador Eduardo Duhalde declaró al día siguiente: 'Si yo fuera el Adolfo Rodríguez Saá, Expósito no dura un segundo más'. A los pocos minutos, el nuevo presidente argentino lo despidió.

La tercera oportunidad de Rodolfo Frigeri

El peronista Adolfo Rodríguez Saá asumió el domingo pasado el Gobierno de Argentina con un discurso de austeridad. Redujo el número de ministerios de 11 a tres. Desapareció el de Economía. La máxima autoridad en esta materia es ahora el secretario de Hacienda, Finanzas e Ingresos Públicos, Rodolfo Frigeri. Nacido en 1942, se graduó de economista en laUniversidad de Buenos Aires. Ni en Chicago o Harvard, como los anteriores ministros de Economía. Se inició en política junto al tradicional dirigente peronista Antonio Cafiero. Con él llegó por primera vez a la titularidad de la Secretaría de Hacienda, en el caótico Gobierno de Isabel Perón (1974-1976). Volvió a ocupar el cargo en el inicio de la presidencia de Carlos Menem (1989-1999), pero renunció a los tres meses por desacuerdos con el ministro de Economía, Néstor Rapanelli, ex directivo del holding nacional Bunge & Born. En esta gestión cosechó buenos contactos en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Frigeri se alineó entonces con el vicepresidente Eduardo Duhalde, enfrentando al neoliberalismo de Menem. En 1991, Duhalde lo nombró al frente del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Según sus detractores, desde allí otorgó créditos de difícil cobro a empresarios polémicos, como el ex cuñado de Menem, Emir Yoma. El banco terminó sin recuperar préstamos por 300 millones de dólares. Después de cuatro años como diputado nacional, Frigeri tendrá su tercera oportunidad en Hacienda. Llegó por consejo de Duhalde, con quien incubó la idea de la tercera moneda, pero lo nombró el propio Rodríguez Saá, que busca el apoyo de todas las ramas del peronismo.

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