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Columna
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Romero Peche

En una de sus historias, escribe Romero Peche que el tango es una música verdaderamente rara, con una particularidad morbosa de la que no solemos darnos cuenta y que consiste en ser el 'último baile de abrazo' que los humanos, en su desesperación, han podido inventar. También dice que resulta paradójico que una tanto a las personas mientras habla de sus separaciones.

Otro cuento tiene lugar en un zoológico, en donde el protagonista se encuentra con un tigre y para salvarse se mete en la jaula de donde la fiera escapó y allí se queda. El que le den de comer lo estima como buena organización aunque no le alivia ni la esperanza, 'pero es algo'. No es capaz de reunir la suficiente cobardía para salir y ver si alguien lo espera. Además se podría encontrar al dentista. Da igual que la jaula esté siempre abierta. Allí tiene todo el tiempo del mundo para recordar que es lo único que hace porque nadie se fija en él.

El recuerdo es una constante en muchos de los personajes de sus últimas historias. El recuerdo de la infancia sobre todo. Hay quien desea meterse en un álbum de estampas de cuando era pequeño; quien sólo recuerda canciones antiguas con su sonido de placa de baquelita; quien vuelve al reino imaginario donde vivió con pocos años; quien anda 'recomponiendo recuerdos imposibles de recomponer'; quien intenta recuperar cada detalle de la casa que vivió de niño; quien recorre su vida resumida; quien recuerda amores adolescentes o amigos del colegio; quien vive el ayer; quien añora el pasado o lo quisiera importante; hay ancianos que cruzan plazas de cincuenta años atrás, como si no hubieran cambiado los edificios.

Yo a quien recuerdo ahora es a Juan Luis y por eso he cogido un libro suyo y he buceado dentro buscándole, como si quisiera entenderlo mejor de lo que lo hice hasta ahora. Una tontería porque si había alguien imprevisible era Romero Peche; todos unos corderitos adocenados a su lado. Dijo que las personas felices no conocen el anhelo ni las comparaciones ni las utopías, y creo que a los amigos nos hacía reír sin dejarnos llevar por la felicidad para que no nos abobáramos.

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