China supera otro reto
A los tres meses de ser elegida Pekín sede de los Juegos Olímpicos de 2008, el gigante asiático alcanza por primera vez una fase final
China ha confirmado su peso específico en el deporte apenas tres meses después de ser elegida su capital, Pekín, sede de los Juegos Olímpicos de 2008. Ayer se clasificó por primera vez para una fase final de un Mundial de fútbol. Venció en la ciudad industrial de Shenyang por 1-0 (Yung Genwei, m. 37) a Omán en uno de los dos grupos finales de clasificación de la zona asiática y, a falta de dos partidos, ya es inalcanzable.
A China incluso le bastaba la igualada, pues su superioridad en toda la fase ha sido manifiesta. Sólo cedió un empate, 1-1, en su visita a Qatar y ganó también los cuatro encuentros previos: por 3-0 y 0-1 a su último perseguidor, los Emiratos Árabes Unidos, y por 2-0 a Uzbekistán y 0-2 a Omán, estos dos últimos con los que debe jugar aún los partidos de vuelta, pero ya sin trascendencia.
China sólo se había clasificado para una fase final importante, la de los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, en la que no pasó de la ronda previa. Acababa de volver al concierto deportivo internacional cinco años antes, en 1983, en la Universiada de Edmonton y también en los anteriores Juegos, los de Los Ángeles 84. Aunque el fútbol es el gran deporte nacional, por sus connotaciones mundiales de atracción e identificación popular como modalidad colectiva, aún no era su momento de acercarse a la élite. China era fuerte, y lo sigue siendo, en modalidades individuales como el tenis de mesa, la gimnasia, el badminton, el tiro, la halterofilia, el yudo, los saltos de trampolín o palanca. Y, con las dudas razonables sobre el dopaje añadido, hasta en la natación o el atletismo. Pero el gigante ya ha demostrado en los últimos años su mejoría, hasta convertirse en la alternativa a Estados Unidos y Rusia, los dos grandes, tras los que quedó en medallas en los Juegos de Sydney, por delante de Australia y Alemania.
¿Qué le faltaba para estar, al menos, en la fase final de un Mundial de fútbol? Ya había creado una Liga profesional, incluso con fichajes extranjeros, y teniendo jugadores propios con experiencia internacional, como el capitán, Fan Zhiyi, que militó en el Crystal Palace, inglés. La afición también respondía. Lo que le faltaba era un técnico especialista como Bora Milutinovic. El entrenador mexicano de origen serbio ha batido con China un récord mundial. Dirigirá por quinta vez consecutiva a una selección distinta en una fase final.
Estuvo con dos clasificadas de oficio, las anfitrionas, México, en 1986, a la que llevó hasta los cuartos de final, en los que perdió frente a Alemania, y Estados Unidos, en 1994, que cayó en los octavos por 1-0 frente a Brasil. Y clasificó desde las fases previas a Costa Rica para Italia, en 1990, logrando el hito de que una debutante alcanzara los octavos, y a Nigeria, para Francia, en 1998, donde, tras sorprender (3-2) a España, también pasó la primera ronda y fue eliminada por Dinamarca por 4-1.
A sus 57 años, Milutinovic ha puesto sus dosis de fortuna -eludir en el Grupo B asiático a las otras dos principales potencias, Irán y Arabia Saudí, que buscan en el A la otra plaza directa- y también de astucia para ordenar el inmenso potencial chino.
Un potencial en jugadores y afición. Millones de personas celebraron ayer la clasificación y 100.000 se reunieron en la célebre plaza pekinesa de Tiannamen. Lo curioso es que el técnico termina ahora su contrato y no sabe si lo renovará. Incluso estuvo a punto de ser destituido cuando peligró mínimamente el pase al empatar en Qatar, ya que en Asia sólo valen los éxitos inmediatos. Pero el reto, de momento, está logrado.
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