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A PIE DE OBRA
Columna
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Dos son multitud

Marcos Ordóñez

- De Belfast a Broadway. Un sleeper es, en jerga del espectáculo, el éxito sorpresa de una pequeña producción por la que nadie daba un duro. Stones in his pockets ha sido el imbatible sleeper del teatro británico reciente. Nació como un 'negocio familiar'. Su autora, la irlandesa Marie Jones, 50 años, dramaturga con una docena de obras a sus espaldas y actriz ocasional (la madre de Daniel Day Lewis en En el nombre del padre) la escribió para dos de sus amigos, los actores Sean Campion y Conleth Hill, hartos de pasarse meses ensayando funciones que sólo duraban unas semanas en cartel, sin girar ni saltar al Reino Unido, y la dirigió su marido, Ian McElhinney, en el Lyric Theatre de Belfast, en julio de 1999. Campion y Hill la llevaron al fringe del Festival de Edimburgo, y de allí pasó al diminuto Tricycle Theatre de Londres, donde permaneció meses en cartel. El boca a oreja del éxito atrajo a los productores del West End, que le pusieron piso en el New Ambassadors, y llenaron la sala hasta agosto de 2000. En otoño, Stones in his pockets pasó al Duke of York con todas las bendiciones de la crítica... y con una nueva pareja de actores, porque, a raíz del éxito, la primera se preparaba para viajar a Broadway, donde aterrizó en abril, en el Golden Theater. Entretanto, y para rematar la escalada, la función se llevaba el pasado mes de frebrero dos premios Olivier: a la mejor comedia y al mejor actor (Conleth Hill).

El tema de Stones (Amb pedres a les butxaques en su versión catalana) es la irrupción de un equipo de Hollywood en County Kerry, un condado de Irlanda devastado por la crisis y el paro creciente, para rodar una película de época (The Quiet Valley), un asunto tratado por Martin McDonagh -el autor de The Beauty Queen of Leenane- en la que quizá sea su mejor obra, The Cripple of Inishmaan. Ahí acaban las semejanzas: en la obra de McDonagh quien llegaba era Flaherty para rodar Men of Aran, y aquí los visitantes son un puñado de idiotas con maneras de elefante en cacharrería. Los protagonistas de la comedia son dos paisanos del lugar, Charlie (Fermí Fernández) y Jake (Alex Casanovas), que trabajan como extras en la película y sueñan con 'acercarse' a Hollywood. Charlie es el augusto de la pareja; un humorista por autoprescripción facultativa: su pequeña tienda de vídeos ha quebrado, su mujer le dejó y su única esperanza es un guión de cine, un guión que quiere colocarle a Clem, el veterano director, a la que se descuide. Jake es el clown amargo, iracundo, resentido contra todo y contra todos, que se encontrará, de repente, impartiendo clases de dicción a Caroline Giovanni, la ultraglamourosa y deseadísima superestrella de la peli. Pregunta: ¿quién interpreta a la Giovanni, y a Clem, y a todo el equipo de rodaje, y a toda la gente del pueblo, desde el padre Gerard hasta Mickey, el viejo extra, con hongo y andares de Barry Fitzgerald, que trabajó con Wayne en El hombre tranquilo? Respuesta: Charlie y Jake. O Fernández & Casanovas, para la ocasión. Ésa es la gracia y la fuerza de la obra: un regalo para dos actores, que a lo largo de dos horas van a intepretar a 15 personajes. Sin cambios de maquillaje ni de vestuario: un giro sobre sí mismos, un gesto 'característico', un cambio de voz o de tono (con la traducción, claro está, se pierden los acentos, una de las bazas cómicas del original) y a los dos minutos el público ya se ha acostumbrado a 'ver' una multitud, una multitud de dos. Amb pedres a les butxaques tiene sus escollos: un pie en el cliché (los visitantes de Hollywood) y una duración excesiva, pero gana y convence por la sencillez de su línea argumental, por las dotes de observación de su autora, por la inmediatez de los retratos y, en definitiva, por la energía contagiosa de los actores.

- Teatreneu Inc. SL. Gracias a Roger Peña, su director artístico, Teatreneu se está convirtiendo en una sorprendente sucursal del teatro británico en Barcelona, con un gran olfato a la hora de escoger (y montar) sus propuestas: Blau/Taronja y A la cuina amb Elvis han sido los éxitos indiscutibles de su nueva etapa, y Amb pedres a les butxaques (segunda dirección de Peña, mucho más sólida y afinada que A la cuina) tiene todos los números para duplicar o triplicar la feliz acogida de las anteriores.

Fui a ver la función el pasado lunes, en una previa, y Amb pedres tuvo una acogida calurosa, casi entusiasta. Atención al 'casi': es el punto que le falta al soufflé para que acabe de subir.

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