La policía detiene a 15 españoles durante los disturbios de Génova
El Foro Social acusa a los agentes de realizar registros ilegales
Mientras centenares de policías asaltaban en cuestión de minutos la escuela Armando Díaz, habilitada como dormitorio con motivo de la cumbre alternativa del Genova Social Forum, en la acera de enfrente, la sala de prensa era también sitiada y controlada por agentes antidisturbios. En medio del pánico general, periodistas y miembros de la organización fueron obligados a tumbarse en el suelo boca abajo con las manos en alto, en una escena que recordaba 'a las vividas en América Latina durante los años setenta', como dijo más tarde el presidente del Genova Social Forum, Vittorio Agnelotti.
Los agentes retuvieron a las, aproximadamente, 80 personas que se encontraban en el edificio durante casi dos horas. Una persona fue detenida y varias sufrieron agresiones de los agentes. Entre los agentes se distinguían policías de paisano, con casco y empuñando una porra, vestidos como los manifestantes más radicales de estas jornadas. Además, los policías se incautaron de material legal de los abogados voluntarios de la organización, que prestaban asistencia a los manifestantes, así como de abundante material videográfico y fotográfico sobre las manifestaciones del viernes y el sábado. En una tensa rueda de prensa, los responsables del Genova Social Forum afirmaron que los vídeos mostraban una 'estrecha relación' entre las fuerzas de seguridad y los grupos violentos del llamado Black Block (bloque negro), que han provocado los brutales enfrentamientos de estos días en las calles de Génova. Asimismo, declaró que la policía no había presentado ninguna orden de registro ni había aclarado los motivos del secuestro del centro de prensa. En la calle, las decenas de testigos, que presenciaban como iban saliendo heridos y detenidos de la escuela, fueron presa de pánico cuando los agentes sacaron dos cuerpos cubiertos por sábanas en sendas camillas. A última hora de ayer no se había informado que hubiera ningún fallecido como consecuencia de la acción de la madrugada. Georg, un joven polaco, corría de un lado para otro llorando y gritando 'están muertos, seguro, están todos muertos'. Él había conseguido escapar de la escuela por una ventana y bajando por unos andamios que cubren una de las fachadas. Varios testigos afirmaron que en el momento del asalto dormían en la escuela unas 100 personas, entre ellas los 11 zaragozanos detenidos. Dos de ellos, F. N., de 35 años, y G. M., de 25, continuaban ayer en el hospital con heridas en la cabeza, y los otros nueve permanecían en comisaría.
El paisaje después de la detención masiva era espeluznante. Sacos de dormir, utensilios de aseo, libretas, mantas se amontonaban esparcidos por los pasillos de la escuela. Las manchas de sangre habían salpicado las paredes. Un reguero de sangre salía de una habitación llena de sacos de dormir y bajaba por la escalera hasta la calle.
De los detenidos de Zaragoza uno salió en camilla de la escuela. Miembros de la expedición de Barcelona reconocieron al menos que otros dos lo hicieron con heridas en los brazos y la cara. Los detenidos pertenecían al Movimiento de Objeción de Conciencia de la capital zaragozana, un grupo 'pacifista, de los que se ponen delante de la policía con las manos en alto para mediar en las situaciones más tensas', declaró un compañero de los 20 zaragozanos que llegaron a Génova en dos furgonetas. Ayer, como tenían previsto, regresaron a España los tres autobuses que salieron de Barcelona, uno de Madrid, otro del País Vasco y otro de Valencia, todos completos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.