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El genio perseguido por la mala suerte

Alexander Mostovoi, de 33 años, era un hombre completamente desolado al filo de las 23.00 de anoche. Ni entre cuatro de los ayudantes de Víctor Fernández podían levantarlo del suelo. En sus botas acarició el título. Pero, tras su magnífico gol, se le escapó el segundo por varios centímetros en las mejores ocasiones de su equipo. Siempre por escasos centímetros. Un jugador enorme al que siempre le dio la espalda la suerte en los momentos decisivos. "Siempre me persigue la mala suerte", ha dicho repetidamente Mostovoi, que perdió dos Copas de Francia con el Estrasburgo después de haber vivido en el Benfica el principio del declive del histórico club portugués.

Por su parte, Víctor Fernández, muy bronceado y tranquilo, mantuvo la compostura tras la derrota. Aplaudió a sus jugadores por el esfuerzo. Para un técnico tan joven, sólo tiene 40 años, sabe ya lo que es ganar un final (en 1994 al frente precisamente del Zaragoza) y también perderla. "En una final, suele ganar quien aprovecha los errores del adversario, y, en este caso, el Zaragoza ha aprovechado nuestros errores", explicó Fernández. ¿Cuáles fueron esos errores? "Nos han pillado en uno que hemos cometido durante toda la temporada: el juego defensivo a balón parado", añadió. Así llegó, efectivamente, el gol del empate de Aguado, que remató solo, al primer palo, tras un centro de falta de Acuña.

"Felicito al Zaragoza. Ha sido un justo vencedor", manifestó el entrenador aragonés, que quiso a continuación desdramatizar la derrota. "Esto es un juego". Fernández reconoció que sus chicos estaban muy afectados y, especialmente, Mostovoi, de quien dijo que es "muy sensible".

A instancias de los aficionados zaragocistas, todo el estadio se puso a corear el nombre del Celta en el gesto más hermoso de la noche. El Celta se quedaba otra vez a las puertas de alcanzar su primer título: perdió ayer la tercera final de su historia (en 1948 cayó ante el Sevilla y en 1994 también ante el Zaragoza). Este palo, sin embargo, no pudo con la colorista y pacífica hinchada celeste, que se quedó a aplaudir a su equipo cuando éste apenas se sostenía en pie de desesperación y de pena. Al Celta le queda el consuelo de que disputará la Copa de la UEFA en su próxima edición, pues se clasificó sexto en la Liga después de ser el mejor equipo de la segunda vuelta.

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