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Columna
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Más empresarios

En Sevilla faltan empresarios y sobran señoritos. Ese era el lema de un amplio movimiento ciudadano surgido en la capital andaluza hace 25 años para reivindicar la implantación de una Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Cinco lustros después cabe preguntarse si esta consigna tiene aún vigencia, sobre todo tras el espectáculo que ha protagonizado el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Rafael Álvarez Colunga.

El esfuerzo callado y diario que desde dentro de esta organización hacen algunos en favor de la modernización de dicha institución, su profesionalización antes que su politización, su actualización, en definitiva, cae por los suelos en cuestión de segundos por el carácter de un Álvarez Colunga que, por fin, ha dado rienda suelta a sus sentimientos más profundos en torno a la izquierda y la derecha en Andalucía, y sobre a quién prefiere tener al lado, en el poder.

Aquellos que en pos de la no confrontación movieron los hilos para poner fin a la trayectoria en la cúpula empresarial gaditana de Santiago Cobo, marido de la jefa de la oposición, Teófila Martínez, observan ahora cómo inevitablemente se ven envueltos en la lucha política o partidista, como gusta decir la derecha, hasta el punto de que la propia Martínez les hace llamamientos nada menos que a 'la sublevación' contra la Junta de Andalucía, una terminología, desde luego, muy apropiada para la revolución que preconiza la alcaldesa gaditana.

Así que mientras la representante popular sigue fiel a la línea que viene manteniendo en esta última etapa, con llamamientos continuos a la insumisión, otros en cambio tratarán de echar agua al fuego iniciado por los que parecen estar unidos a la imagen más recalcitrante del empresariado andaluz. Después de este incidente, a ver con qué cara acuden esta semana a Cádiz, Jaén y Huelva dentro de la gira que se desarrolla por toda Andalucía para explicar las bondades del acuerdo de concertación alcanzado con el Gobierno central y los sindicatos.

Con este clima, desde luego nada favorecedor, se celebran hoy los consejos de administración de El Monte y Caja San Fernando con el objetivo de poner en marcha el proceso de renovación de sus órganos de gobierno. Sus actuales presidentes, Isidoro Beneroso y Juan Manuel López Benjumea, respectivamente, miren por dónde, no tendrán que poner más dinero de sus entidades para costear nuevos informes jurídicos, tras la última resolución del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que deja bien claro la necesidad prioritaria de llevar a cabo la renovación de los órganos de gobierno de las cajas antes que la fusión. Coincide así el TSJA plenamente con lo dictaminado por el Consejo Consultivo Andaluz. ¿Se atreverán a cuestionar al alto tribunal por esta decisión como ya hicieron en su día con el máximo órgano de consulta de la Junta de Andalucía? Después de este nuevo pronunciamiento judicial, parece que sobran excusas para, cuanto antes, ponerse conforme a lo que marca la ley, sin mayores resistencias, aunque ya se hacen cálculos para que los cajeros sean privados del apoyo institucional que les llevó a las cajas, y ser así desalojados de los organigramas de dichas entidades, a no ser que encuentren otro tipo de alianzas, de difícil explicación ya.

La pesadilla en que se ha convertido este asunto no puede hacer olvidar, no obstante, que nos encontramos en plena semana tanto del debate sobre el estado de la Nación como de Andalucía. Seguro que aquí no caerá esa breva que, al parecer, sucederá en Madrid, donde todo hace indicar que se ha establecido un consenso básico para dejar a un lado el tema de la corrupción. Todo valdrá antes que hablar y discutir sobre el desarrollo del Estatuto de Autonomía, la financiación, las transferencias, la misma gestión del Ejecutivo andaluz o los desafíos futuros que plantea para Andalucía la llegada del euro.

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