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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Somos inconformistas, no criminales

Más y más individuos toman conciencia de lo que nos trae la globalización del capitalismo: la progresiva conversión de todos y de todo en mercancías, el creciente poder de las grandes transnacionales por su cada vez mayor capacidad para imponerse sobre los gobiernos y convertir el planeta en un gran mercado, con repercusiones ya difíciles de ocultar sobre los derechos humanos básicos, incluido el derecho esencial a no vivir en una tierra enferma.

Aunque la pobreza, la degradación del planeta o la explotación sin límites de la mayor parte de la humanidad -patrocinadas a menudo por ciertas multinacionales cuya publicidad resulta estéticamente impecable- sólo llega a nosotros en contadas ocasiones y casi siempre a través de medios marginales; aunque el discurso cínico y aberrante que identifica 'democracia' con 'libre mercado' es casi omnipresente, hechos como la inseguridad alimentaria o laboral van calando en la conciencia de la cuidadanía, que intuye que las decisiones que conciernen a sus vidas están siendo tomadas, en la práctica, por instituciones fuera de todo control democrático, con la complicidad de los Estados y el beneplácito de los medios comerciales de 'información'. Pero el exceso de trabajo (para poder comprar más y ser felices), la ausencia de éste o, simplemente, la lucha por conseguir agua y comida no dejan muchas energías para enfrentarse al sistema. De ahí que sólo unos cientos de miles de personas en el mundo nos movilicemos contra este estado de cosas, aunque contamos con la simpatía (a pesar de los esfuerzos por parte de los medios comerciales por destruirla) de muchas personas más.

Es cierto que esta 'amalgama' de grupos 'antiglobalización' no ofrece un discurso alternativo unificado y en su variedad está su riqueza, pero hay muchos textos emanados de la inteligencia sensible y colectiva que están disponibles detrás de cada movilización, y que ustedes, los periodistas, si de verdad tuvieran voluntad de informar, podrían leer y transmitir a la 'opinión pública', en vez de reiterar que nuestra protesta está vacía. No lo está. Tenemos algo en común: la negación del capitalismo, el rechazo a un sistema cuyo principal fin es la acumulación ilimitada de la ausencia total de valor: el dinero. De un sistema que nos reduce a máquinas de producir y consumir sin futuro, porque pone en cuestión la supervivencia del planeta e, irremediablemente, nuestra propia supervivencia. Esta situación es violenta. Una violencia aséptica, eso sí, pero mucho más brutal que cualquier adoquín lanzado a la cabeza de un policía, por muy deplorable que nos parezca este tipo de comportamiento - siempre minoritario en extremo durante las movilizaciones que ustedes convierten en 'batallas' para sacarles la máxima rentabilidad-.

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Tal vez, los cientos de miles de personas que mostramos nuestro rechazo a este desorden mundial no nos pongamos ahora de acuerdo sobre cuál es la respuesta, salvo en una cosa: la respuesta es no.

Sobre la negación de lo que resulta a todas luces inadmisible se puede construir un mundo mejor.-

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