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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tragedia irremediada

Más de una veintena de víctimas mortales y 140 heridos se ha cobrado una oleada de atentados en el Cáucaso horas después de que Putin asistiera por primera vez a un Consejo Europeo con todos los líderes de la UE. Estos atentados se suman a los miles de muertos habidos desde que unas misteriosas explosiones en Moscú y otras ciudades rusas desencadenaran la nueva guerra de Chechenia. Esta sangrienta operación resultó ser un excelente caballo electoral para Vladímir Putin, entonces sólo cualificado candidato a la sucesión de Borís Yeltsin y hoy presidente.

Putin parece querer demostrar siempre que es capaz de todo, menos de actuar con delicadeza hacia unos dirigentes occidentales que lo tratan cada vez con mayor exquisitez, le abrazan con entusiasmo ante las cámaras y parecen todos dispuestos a olvidar que desde que el ex dirigente del KGB llegó al poder han sucedido muchas cosas en Rusia, y no precisamente las más prometedoras para la conversión de este país en un Estado de derecho. A los líderes europeos no les gustó nada que Putin comparara una operación militar como la que se lleva a cabo en Macedonia contra extremistas albaneses -y que ellos apoyan- con la guerra de tierra calcinada que él impuso en Chechenia y que no ha sabido concluir ni por las buenas, con negociaciones, ni por las malas, con sus bombardeos sistemáticos contra objetivos civiles.

Los europeos tienen muchas razones para buscar fórmulas desapasionadas de cooperación con el líder indiscutido de su gran vecina Rusia. Sobre todo ahora, en un momento en que la nueva Administración norteamericana está mostrando los peores gestos de desprecio a sus aliados europeos, como es el absoluto ninguneo de los acuerdos de Kioto sobre medio ambiente. Entre un Putin cuyos métodos siempre recuerdan a la escuela de la Liubianka de la que salió y un Bush que al parecer cree que no necesita respetar los intereses y aspiraciones de sus aliados, Europa se siente incómoda. Y como principal recordatorio de lo que sucede están, una vez más, estas dos decenas de muertos en una de las regiones más explosivas del mundo, en la que Putin hizo campaña y ganó elecciones. No ganó la paz y prosigue el goteo de muertos, chechenos, jóvenes soldados rusos y víctimas anónimas como las habidas el sábado en Cherkesia. Las sonrisas de Putin dejándose celebrar como hombre de éxito en el Consejo Europeo contrastan demasiado con los cadáveres mutilados de los atentados en el Cáucaso.

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