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COPA DEL MUNDO | CICLISMO

Una extraña lesión obliga a Freire a ver la Milán-San Remo por TV

Carlos Arribas

Como una condena lleva estos días Óscar Freire: 'Cuarenta días llevo ya aquí'. En Varano Borghi, junto a Milán; en un apartamento, con su novia; a las órdenes de médicos, traumatólogos, ortopédicos, fisioterapeutas, sometido a ecografías, resonancias, TACs...

Allí está Freire, ya un experto en medicina, fisiología, columna y sistemas musculares. Mientras tanto, hoy se corre la Milán-San Remo, la apertura de la Copa del Mundo de ciclismo. 'No es lo más duro. Lo más duro es estar aquí, en la residencia del Mapei, y ver a los compañeros. Hablan de las carreras, de sus planes, de cómo les ha ido. Y yo me quedo aquí. Sí, lo más duro es saber que estoy mal y no saber por qué estoy mal'.

Todo empezó hace un año. Al día siguiente de quedar tercero precisamente en la Milán-San Remo, de confirmar que no vestía por casualidad el maillot arcoiris de campeón del mundo. Aquella noche fue feliz. Había convencido al equipo de que también podía ser el líder en las clásicas. Los directores ya le hablaban de un calendario único para 2001. Los grandes nombres serían suyos, la Lieja, la Flecha... Horas después, un dolor en un gemelo le impidió correr la Semana Catalana. Meses después, Freire, que acaba de cumplir 25 años, puede repasar su colección de recortes de prensa del 2000 y, exceptuando su bronce en el Mundial de Plouay, ver sólo titulares referidos a sus dolores.

Erik Zabel afina sus planes para lograr su cuarta victoria en San Remo; Michele Bartoli reconoce el Bric Berton, el estrecho y tortuoso puerto que sustituye al Turchino, inundado en febrero; Andrei Tchmil repasa el Poggio, recuerda su victoria del 99; Romans Vainsteins, el lituano que ganó en Plouay, se reconforta pensando en su velocidad, y Freire... repasa sus males. 'Ni ando en bicicleta. Bueno, sí. Una hora o así todos los días, pero a ritmo de paseo, para que no se atrofien los músculos, pero en cuanto fuerzo me tengo que parar', aclara.

'Hoy estoy algo peor porque me acaban de hacer una infiltración en el isqueo, que es donde me duele ahora', cuenta. 'Todo sale de la columna y baja a las piernas. Y he ido a peor. El año pasado, por lo menos, no me dolía cuando me bajaba de la bici. Ahora me duele en todo momento'. explica.

Hace dos años ganó el Campeonato del Mundo pese a haberse pasado medio año recuperándose de una operación de rodilla. 'Pero aquello fue diferente', matiza; 'sabía lo que tenía y lo que debía hacer para curarme. Ahora no sé nada. Nadie sabe nada'.

Y Freire, que ha pasado ya por varios médicos, por especialistas diferentes, por diversos tratamientos, se dispone a entrar en una nueva fase: 'Ya les dije, de entrada, que lo mío era muscular, no óseo, y se han convencido en cuanto me han hecho una ecografía de alta resolución. Y ahora, la nueva fase, que será con otras máquinas, unas máquinas de calor. Lo llaman estimulación muscular por calor'.

Freire ya conoce su cuerpo como nadie. Y todo tipo de teorías. Cada día descubren algo nuevo: 'Ahora han encontrado que tengo distintas las fibras del lado izquierdo que las del derecho. Y hablan de inflamaciones en las inserciones musculares. Por eso las infiltraciones. Lo de siempre: me curan el dolor, pero no lo que lo produce porque no lo encuentran'.

Freire verá hoy por televisión la Milán-San Remo. Se rebela. Pero finalmente se conforma porque es joven y tiene una idea definida: 'No vuelvo a correr hasta que me hayan curado del todo'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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