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Columna
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El réprobo

Cuando la política se descompone en el puchero de la mayoría absoluta, a la derecha le da por interpelar, con floreos de sacristía, a una parroquia deliberadamente instalada en el apasionado chisme de los famosos. Entonces revuelve el desván, lo pone patas arriba, desempolva la ranciedad de la prenda y avisa al respetable de que va a echarle en cara a Joan Ribó todas las sobras de la reprobación, para ver si le saca algún provecho al sobreseimiento provisional del caso Cervera. Pero de chiripa al PP le viene una idea al vuelo, la olfatea por si acaso le pega ese funesto contagio, desiste de la melonada y se evita el papelón de una comedia grotesca más: el poder metiéndole la escandalosa a EU, por pretender desvelar sus miserias. Y en un pase de ilusionismo que es un verdadero churro pretenden transformar 'el caso Cervera en el caso Ribó'. Cuántas penalidades se le están viniendo encima a los dirigentes populares. Pero, eso, sí, son gente muy sufrida.

El archivo de la querella contra José Emilio Cervera, además de carácter provisional, se produce también a petición de Joan Ribó y EUPV, porque 'quieren ser especialmente respetuosos de los derechos fundamentales de los presuntos delincuentes', y aunque la consideran justificada, 'a la luz de los poderosos indicios de delito que han logrado averiguarse, considerarían temeraria la formulación de acusación, sin la existencia de una prueba plena de culpabilidad, sometiendo a los querellados a lo que ha venido a denominarse pena de banquillo'. En la solicitud de sobreseimiento de EU y su coordinador, se advierte el respeto por el Estado de Derecho y el sistema de libertades públicas, aunque propicie la impunidad de posibles actuaciones ilegales. Aun así, Cervera no se sale de rositas. En un párrafo de los razonamientos de la magistrada juez, se dice respecto a la contratación de la señora Santos que 'puede preverse o sospecharse que fue por su relación sentimental y de parentesco con el señor Cervera, lo que le permitió primeramente acceder a la función de asesora del Presidente de la Generalitat, llevando su agenda personal, y ello le sirvió, para posteriormente, acceder al cargo de la multinacional de IBM, moviéndonos en el popular mundo de las recomendaciones, enchufismos y favoritismos, que por desgracia tanto se prodigan en nuestra sociedad, y que a pesar del estado democrático en el que vivimos, con tanta profusión se practica tanto en nuestro país como en otros, lo que puede ser criticable y censurable, desde una óptica de adecuación social y ética, pero que en modo alguno puede ser calificada de comportamiento de tráfico de influencias tipificado penalmente'.

¿ Y políticamente? Ese mundo popular que define con absoluta claridad la juez, es el mundo residual del caciquismo, del autoritarismo y del revanchismo. Y, por supuesto, que puede y debe ser criticable y censurable. Pero cuando se le critica, se le censura y se le amonesta, con el propósito de volverlo a sus cabales y a la observancia de los principios que informan nuestra Constitución, ese mundo popular se envilece y no duda en atentar solapadamente contra la libertad de expresión, contra quienes no se someten a sus intereses, ni de emprender cacerías inicuas de cuantos les subvierten sus apaños y les ventilan sus 'enchufes' y a sus prebendados.

La mayoría absoluta de que disponen por las urnas, no resulta en sus manos un instrumento de práctica democrática, de ejercicio de convivencia, de tolerancia y de diálogo, sino que actúa como un tren de laminación sistemática, que remite ominosamente a un pasado al que no pueden -¿o no quieren?- renunciar. Por ahí se explica, si es que tiene explicación, el veto del Grupo Popular de las Cortes a la comparecencia de la Síndic de Greuges o a la investigación del caso Cervera. De momento a Joan Ribó no lo han declarado réprobo y no sufrirá el fuego eterno. Ya tiene lo suyo con soportar y compartir, con el resto de la oposición, tan repulida memez.

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