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Reportaje:

La recreación del 'caso Galíndez'

Igeldo Produkzioak prepara un documental sobre el colaborador de Aguirre asesinado por Trujillo

'Hombre blanco, de 41 años, 1,82 metros de altura y 73 kg. Figura esbelta, pelo castaño claro, ojos marrones, buena dentadura...'. La descripción en inglés, difundida en cientos de pasquines por el Departamento de Policía de Nueva York, corresponde a Jesús de Galíndez, miembro del PNV e informador del FBI, secuestrado en el corazón de Manhattan el 12 de marzo de 1956 y posteriormente asesinado por orden del dictador dominicano Leónidas Trujillo. Doscientos policías investigaron el caso y descubrieron una trama digna de la mejor novela negra. Ahora, Igeldo Produkzioak, reconstruye toda la intriga en Galíndez, un documental dirigido por Ana Díez que se estrenará previsiblemente en verano.

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La cinta se encuentra en fase de producción y documentación. El equipo, liderado por el productor Ángel Amigo, destripa ahora los 29.000 folios que ocupó la investigación del FBI; trata de atar cabos rebuscando entre los papeles de la CIA y graba los testimonios de testigos directos o agentes que trabajaron en el caso. Entre ellos, el del policía que se encargó de la investigación. El documental, que cuenta con un presupuesto de 130 millones de pesetas, no pretende arrojar nuevas luces a esta historia de dimensión internacional. 'No vamos a descubrir nada nuevo', dice Amigo, 'es imposible que consigamos más datos que 200 agentes con tres millones de dólares. Contaremos una aproximación, lo que nos atrae de la época. Porque, independientemente de su ideología, Galíndez es un personaje al que le tocó vivir un momento bien complejo y nunca se escaqueó. Es algo característico de los republicanos exiliados'.

Jesús de Galíndez inició su andadura política en el asedio de Madrid, en la época en la que Irujo fue ministro de Justicia de la República. Después huyó a Francia y estuvo en un campo de concentración. Pero por poco tiempo, porque el peneuvista logró escapar y se exilió a la República Dominicana, donde ejerció de delegado del Gobierno vasco por orden del lehendakari José Antonio Aguirre. 'Ahí se producen dos fenómenos que condicionan el caso', relata Amigo. 'Por un lado se enfrenta cada vez más al dictador, y por otro comienza a trabajar para el FBI. Porque Aguirre llegó a un acuerdo con los servicios secretos aliados para montar una red de espionaje contra los nazis'.

Las cosas empezaron a ponerse feas en la República Dominicana y el lehendakari mandó a Galíndez de delegado a Nueva York. Allí continuó como informante del FBI y empezó a dar clases en la Universidad de Columbia. Se doctoró con una tesis que fue su visado hacia la muerte: La era Trujillo, un texto crítico que el dictador trató de comprar. El FBI le previno sobre el riesgo, pero Galíndez desoyó los consejos y leyó la tesis. Al mes siguiente, en marzo de 1956, fue secuestrado en pleno Manhattan por orden del jefe de Seguridad de Trujillo, J. J. Frank -ex agente de la CIA y el FBI-, según apunta la investigación. Lo trasladaron narcotizado en avioneta hasta Florida y de allí hasta Santo Domingo, donde se sopecha que Trujillo lo torturó y lo arrojó como alimento a los tiburones. 'El dictador no calculó bien los efectos del asesinato de Galíndez. Cuando sospechó que podían desenmascarle, comenzó a eliminar a los autores. Se sabe que hasta ocho personas murieron relacionadas con el caso', dice Amigo.

El avance del género documental

Galíndez, cinta que Igeldo Produkzioak coproduce junto a Telefónica Media y Vía Digital, surge tras el éxito de Che y Mafia en la Habana, producciones que han permitido que el equipo de Ángel Amigo se plantee proyectos más ambiciosos. La idea radica en reconstruir esta historia llena de intrigas, porque los documentales, 'además de interesantes, tienen que ser entretenidos', observa el productor. El caso Galíndez, cuya peripecia fue novelada por Manuel Vázquez Montalbán, tiene todos los ingredientes: aspectos de la política internacional en plena guerra fría, la colaboración del exilio vasco con los servicios secretos de Estados Unidos en la lucha contra el comunismo, y las intrigas de del sangriento dictador caribeño. De hecho, dice Amigo, hay materia para hacer una especie de JFK, la película en la que Oliver Stone trató de reconstruir el asesinato del presidente norteamericano. 'Me planteé hace ya tiempo la posibilidad de hacer un largometraje. Pero pensé que se me escapa la reconstrucción. Es una producción como para una multinacional', señala. La recreación del caso Galíndez se produce en un momento en el que se percibe un auge del género documental. 'Creo que hay un pequeño boom', explica Amigo. 'Hasta hace poco el documental era un tigre dormitando a la hora de la siesta. Ahora parece que los de creación empiezan a ser considerados como cine; se proyectan en las salas de manera testimonial y poco a poco comienzan a emitirse en prime time en televisión '. Basta observar la producción más reciente, que incluye títulos como La espalda del mundo, producida por Elías Querejeta, y Calle 54, de Fernando Trueba. 'La pelea está aún en las salas. En países como Francia, Inglaterra o Estados Unidos sí hay circuitos específicos, pero aquí el franquismo se cargó la tradición del género documental', señala.

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