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Campeonato del Mundo | BALONMANO

El vestuario español se llena de lágrimas y no busca excusas

Leontxo García

'La vida deportiva de un jugador es mucho más limitada que la de un entrenador. Esta derrota me duele mucho, pero sobre todo por los jugadores'. Así se expresó César Argilés, unos minutos después del partido. El seleccionador transmitió el estado de ánimo de sus hombres: 'Ahora mismo les he dejado llorando en el vestuario, llenos de amargura. Espero que sean capaces de superarlo para luchar en París por el mejor puesto posible, pero tengo mis dudas'.

Tras la cena, los jugadores hablaron, pero poco. Preguntados por la sensación, captada desde las gradas, de estar anquilosados, con la mente bloqueada, dieron respuestas variadas: 'Cuando un equipo se ve superado, suele dar esa sensación, pero nosotros sólo veíamos que nuestro ataque fallaba. No tenemos muy claro el por qué', contestó Ugalde. 'Hemos creado muchas oportunidades y posiciones de tiro, pero los lanzamientos no entraban; tal vez por la gran actuación del portero', agregó Ortega.

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Masip, el capitán, profundizó más: 'Ellos han planteado una defensa durísima sobre Andrei Xepkin, llegando incluso a la ilegalidad, que los árbitros sólo han cortado en parte. Y además, les ha salido todo bien'. El pivote yugoslavo, Skrbic, incidió en la misma línea: 'Todo nos ha salido exactamente como habíamos planeado por la mañana. Hemos bloqueado no sólo el ataque estático de España, sino también el recurso habitual de los balones a Xepkin. Esa es una de las claves.

Un problema de anisiedad

Argilés subrayó la baja eficacia de los lanzamientos y continuó hablando de ansiedad: 'Mis jugadores están acostumbrados al estrés deportivo. Pero, mientras el equipo que manda en el marcador juega alegre y suelto, el otro anhela alcanzar el equilibrio que nunca llega. Y esa ansiedad nos ha perdido hoy'. También recalcó 'el magnífico funcionamiento del eje Jovánovic-Skrbic, que ha originado un espectacular rendimiento de Yugoslavia en la primera parte. Eso por no hablar de la formidable actuación del portero'. En cuanto al rendimiento de Duishebáiev, el director del conjunto español, dijo: 'Ha intentado jugar con el balón, y no creo que se le deba reprochar casi nada, porque una parte del problema ha estado en el juego sin balón'.

El seleccionador se lamentó de que le hubiera tocado un rival tan duro en cuartos de final: 'Por la calidad de los dos equipos, este partido podía haberse dado perfectamente en la lucha por las medallas'. Y sobre la posibilidad de que sea destituido -acaba de relevar a Juan de Dios Román-, manifestó: 'Yo soy un caballero, y no estoy aquí por el sueldo, sino por el placer de trabajar en lo que es al mismo tiempo mi pasión y mi profesión. Quienes pueden destituirme tienen la libertad para hacerlo'.

De no ser por la derrota de Rusia, se vería muy poco probable que el seleccionador francés, Daniel Constantini, se retirase el domingo, en París, con una medalla de oro como la del Mundial de 1995. Incluso se antojaría difícil que repitiese la plata (1993) o el bronce (1997 y 1992). Francia, que acusa tres ausencias, estuvo en Albertville al borde del abismo ante la mediocre Alemania, a la que superó en la prórroga: 26-23.

Sólo hay dos razones lógicas para explicar cómo es posible que Alemania, vapuleada por España en el grupo de Besançon, donde terminó segunda, estuviera tan cerca de pasar a las semifinales: la llegada urgente de Knorr, suplente del Kiel, para jugar en el puesto de Immel, un gran tirador pero muy bruto, y la baja por lesión del francés Guillaume Gille, que se une a los ausentes Kervadec y Burdet. Knorr marcó seis goles y desequilibró la defensa de los franceses, firme en la primera parte por la omnipresencia de Bertrand Gille, pero con muchos agujeros en la segunda.

Para mayor drama de los anfitriones, el genial Richardson (San Antonio) tampoco estuvo muy fino, aunque Cazal (Bidasoa) compensó parte de sus errores. Sin embargo, hizo su milagro en una situación de vida o muerte: marcó a tres segundos del final el 22-22 que daba paso a la prórroga. En la segunda parte de ésta, el francés Anquetil hizo maravillas. Alemania se hundió y permitió que se mantenga vivo el sueño de un entrenador excepcional dentro y fuera de la cancha, creador de un balonmano muy bello: el gran maestro Constantini, derrotado por la diabetes.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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