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VISTO / OÍDO
Columna
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Españolismo

Reaparece el españolismo. Lo señala Javier Tusell (ayer, este periódico), aunque hurtaba la palabra esencial de lo que quería decir: renace el españolismo, y le parece bien, por dos o tres razones históricas que da, y porque encuentra que hay motivos de sentirse satisfecho de ser español visto una especie de resurgimiento económico, intelectual y general que cree encontrar en la actualidad. Yo no lo veo tan claro en relación con el mundo pudiente en el que estamos; los datos me señalan que estoy relacionado en todo con un portugués y con un griego, y ya no con un irlandés, porque Irlanda ha resurgido mucho más notablemente. Ni veo tan claro que el nacionalismo en sí pueda dar satisfacciones intelectuales o históricas, y me fijo para ello en lo que más frecuentemente se llama nacionalismo en España: el de las regiones.

Creo que todas ellas, incluyendo a la favorita Cataluña, estarían mejor en una sola nación, y que esa nación estaría mejor integrada en Europa; y Europa sería mucho más limpia, clara y rica si no siguiese peleándose por sus nacionalismos, que surgieron de tantas guerras. He visto horrores achacables al nacionalismo o patriotismo, y a su compañera de siempre, la religión; los sigo viendo más allá de nuestro clan. Miro matar en Argelia o en Palestina, y veo huir de las naciones patrióticas a sus habitantes, esquilmados por los administradores de la patria a los que a veces se ve huir empujados por otros que reanudan la explotación. Esos millones de personas que huyen tomarían gustosos cualquier otra nacionalidad, si se les ofreciera. No parece que el nacionalismo esté en la naturaleza del individuo, aunque sí entiendo que cuando otros nacionalistas le quieren quitar su comida se vuelva patriota. A veces no hace falta que vengan de fuera: aquí los 'nacionales' (palabra que quería decir, exactamente, nacionalistas) surgieron de dentro.

Es posible que muchas personas se estén sintiendo españolistas por el desastre autonómico que creó una Constitución a la que, por otra parte, adoran. Es agradable tener una Constitución que no se cumpla y defenderla en lo que a uno le convenga. He visto de pronto proclamarse madrileños a personas que sabían que esa nacionalidad no existe, y que ésta es tierra de todos.

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