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El PP no asume el riesgo de aprobar la fusión de Caixa Carlet con Bancaixa en solitario

Cortés suspendió el consejo en torno a las once de la noche sin someter la oferta de Bancaixa a votación. El presidente de Caixa Carlet posponía la toma de una decisión hasta el próximo lunes en un intento de ganar tiempo y arrancar alguna mejora a Bancaixa que le proporcione más respaldo interno.

El proceso de fusión por absorción de Caixa Carlet con Bancaixa se desencadena en diciembre como resultado de una inspección del Banco de España que concluye con un ultimátum a la caja de la Ribera para que saneara su balance, que arrastra un desajuste contable de 130 millones de pesetas en el 2000, y se integre después en una entidad financiera más fuerte. Y es que, a resultas de la inspección, Caixa Carlet se ha visto obligada a cerrar el último ejercicio con pérdidas de 60 millones de pesetas y a comprometerse a un recorte de gastos superior a los 200 millones de pesetas.

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El consejo de la caja de la Ribera, controlado por el PP, intenta en estos momentos recabar el máximo de apoyos posibles para que la operación salga adelante en la asamblea general. En caso contrario, el presidente y el director general de la caja, Alberto Miralles, anunciaron que dimitirán de sus cargos.

Cortés contó anoche con los siete votos favorables de los representantes del PP, tres abstenciones de los socialistas, y los dos votos en contra de L'Olivera, escisión del partido socialista. El personal, con dos puestos en el consejo, no fijó su postura definitiva hasta una hora antes del consejo. El comité de empresa reunió a todos los empleados de Caixa Carlet para informarles de que la oferta de Bancaixa no era tan ventajosa como les dieron a entender al principio. La gran caja valenciana no asegura a los 88 trabajadores de Carlet un acuerdo de pensiones. El 90% de los trabajadores asistentes a la asamblea se decantaron por la abstención y así lo trasladaron sus dos representantes al consejo. La votación, de haberse producido, habría arrojado siete votos a favor, dos en contra y cinco abstenciones de un total de 14 consejeros.

Según la última propuesta, Bancaixa entrega a la futura fundación Caixa Carlet una dotación única de 300 millones de pesetas y tres edificios (la sede social, la oficina principal y el vivero de empresas La Trilladora). La caja de Valencia suma, en contrapartida 2.000 millones de pesetas de recursos propios, unos 88 nuevos empleados, 19 sucursales en la comarca, y el 15% de las acciones en el Hospital de Alzira.

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Los socialistas criticaron duramente la incapacidad de Cortés para obtener una oferta mejor, después de la situación de pérdidas a la que ha conducido a la caja. Los 300 millones de pesetas para la obra social que ofrece Bancaixa están lejos de los 500 que la caja de Valencia ofrecía en 1989 a Caixa Carlet a cambio de la fusión, que resultó finalmente abortada en la asamblea general.

La resolución del consejo de anoche tampoco garantiza el resultado de la votación de una futura asamblea general, órgano que tiene que ratificar la fusión por dos tercios.

Desde que Carlet conoció la intervención del Banco de España y la propuesta de fusión con Bancaixa como salida a su crisis, la oposición a esta operación se ha acrecentado en esta localidad de La Ribera. Esta situación siembra todavía más la incertidumbre sobre el desenlace de la asamblea general porque la disciplina de voto de los consejeros puede saltar por los aires a pesar del acuerdo previo del consejo de administración.

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