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Dos duros de brécol para la hipoteca

Las víctimas del accidente cobraban 10 pesetas por kilo recogido para pagar la deuda contraída antes de emigrar

Los 12 jornaleros ecuatorianos que murieron el miércoles arrollados por un tren en Lorca (Murcia) dejan mucho desconsuelo en sus familias y el drama añadido de 'la deuda'. Así denominan estos inmigrantes al préstamo que deben devolver a mafias, en unos casos, o a las clases más pudientes de su país, en otros, que les facilitaron las divisas para llegar a España. Al dolor por esas muertes vivido ayer en el centro deportivo Europa de Lorca, donde quedó instalada la capilla ardiente tras la identificación de los últimos cuatro cadáveres y se ofició el funeral, se sumaba un poso de amargura ante el desamparo en el que quedarán sus familias en Ecuador. Y a 'la deuda' se unía la preocupación por los gastos de repatriación de los cadáveres, que se ha ofrecido a sufragar el Gobierno español, según el alcalde de Lorca, Miguel Navarro.

La niña herida afirma que sólo iba a trabajar dos días para ayudar a abonar su pasaje

La propia historia de Nancy P. B., la menor de 13 años que se dirigía el pasado miércoles a recoger brécol en una explotación de Puerto Lumbreras y que salvó la vida junto al conductor de la furgoneta siniestrada, Noelio Elías León, de 46 años, que sigue grave pero evoluciona satisfactoriamente, refleja el drama vivido por la inmigración ecuatoriana.

La niña, que estudia 1º de ESO en el colegio público Villaespesa, en Lorca, decidió trabajar un par de días en sus vacaciones de Navidad para 'contribuir' a pagar su pasaje a España. 'La deuda de cada uno de nosotros oscila los 2.500 dólares mínimo [unas 440.000 pesetas]. Mil seiscientos se emplean en el billete de avión y el resto es para presentarlo en Barajas, porque si no, no se creen que vienes de turista', explicaba en la capilla ardiente el presidente de la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España, Guillermo Imbaquingo.

Nancy llegó a España hace 11 meses con la única compañía de su hermana, de ocho años. Las dos menores viajaron al cuidado de las azafatas y meses después de que sus padres, también en vuelos distintos y con meses de diferencia, aterrizaran en Barajas. Esta familia ecuatoriana vive de alquiler en una pedanía de Lorca con cuatro adultos más en una casa de dos habitaciones con baño. El hacinamiento a cambio de repartir el alquiler, 50.000 pesetas al mes, entre los seis adultos que viven bajo el mismo techo. Nancy, que vio frustradas sus ganancias de 10.000 pesetas el pasado miércoles -iba a cobrar 10 pesetas por cada kilo de brécol obtenido (la media está en unos 1.000 kilos recolectados por persona y día)-, insiste en que sólo iba a trabajar dos días de sus vacaciones. 'Ni siquiera sé adonde íbamos ni quién es el patrón porque era la primera vez que iba', apuntó. Ella avisó al conductor de la furgoneta (donde en el sitio de ocho personas viajaban 14) de que se aproximaba el tren de cercanías que arrolló el vehículo. 'Creo que no lo vio', dijo Nancy.

Su familia hipotecó su casa para emigrar y ha dejado una deuda de dos millones de pesetas en Ecuador. Es el mismo caso de Norman y Alberto, el padre y el hijo fallecidos en el trágico accidente. Sus dos féretros eran velados ayer por su amigo Alfredo Javier. 'Norman llevaba ocho meses en España y deja cinco hijos y a su mujer en Ecuador. Ocurre que su hijo Alberto, de 21 años, llegó el pasado 28 de diciembre y el día del accidente era la segunda vez que trabajaba en el campo. Él ha muerto habiendo hipotecado la casa de su madre allá para venir aquí', se lamentaba.

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Tal y como describe Angelita Pérez, compañera de piso de Norman y Alberto junto a su marido, lo de 'la deuda', que se devuelve con un 10% o un 15% de interés, es algo que 'les pasa a todos' los que han muerto. 'Yo ya terminé de pagar mi deuda porque estoy con mi esposo. Pero quien viene solo tiene que pagar piso y comida aquí. Entonces pagar la deuda se demora unos dos años', sostiene. La misma historia de Norman y Alberto, que llegaron en un vuelo de la compañía holandesa KLM vale para Santos Javier Calva, muerto también en el paso a nivel de Los Pascuales, en la pedanía lorquina de Camino de la Torrecilla.

Desde la Asociación de Ecuatorianos y Amigos Extranjeros (Adeyae) su presidenta, Rita Gortaire, mostró su confianza en la implicación de las autoridades de Ecuador en el asunto. 'La situación de mi país es bastante dura y pienso que las autoridades harán algo por las familias y las deudas que tienen', dijo.

En la capital ecuatoriana, Quito, preocupaba de dónde iba a salir el dinero para afrontar la repatriación de los cadáveres. En principio el Gobierno ecuatoriano afirmó que asumiría los gastos hasta donde pudiese. El ministro de Exteriores, Heinz Moeller, llegó incluso a pedir a los familiares de las víctimas que accediesen a la incineración para abaratar costes. 'Cuesta nada menos que 3.500 dólares [unas 616.000 pesetas, trasladar] cada ataúd, lo que es una cosa terrible y realmente no disponemos de los fondos', se dolió. Si se opta por la incineración el coste baja hasta unas 125.000 pesetas. Luego la Cancillería ecuatoriana aseguró que el Ejecutivo español pagaría el traslado. Del resto de gastos se hace cargo el Ayuntamiento de Lorca, que incluso ha ofrecido nichos a las familias si deciden dar sepultura a los fallecidos en el pueblo.

La crisis económica en Ecuador ha dejado al 65% de su población en el subempleo y en dos años han abandonado el país unos 400.000 de sus ciudadanos. El delegado del Gobierno para la Inmigración, Enrique Fernández-Miranda, visitará a finales de este mes Quito, donde negociará un convenio cuyo punto crítico es el cupo de trabajadores que el Gobierno español esté dispuesto a aceptar.

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