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Dresdner Bank cerrará 300 sucursales tras fracasar sus intentos de fusión

El Dresdner Bank, el tercer banco de Alemania, anunció ayer que cerrará 300 de sus 1.150 oficinas y recortará su plantilla en unos 5.000 empleados, el 10% del total, para reducir gastos administrativos, según su presidente, Bernd Fahrholz. La entidad, cuyos beneficios hasta septiembre cayeron un 16,4%, intenta mejorar su complicada situación tras dos intentos fracasados de fusión con Deutsche y Commerzbank. En el futuro apostará por "adquisiciones muy selectivas en Europa", según Fahrholz.

En declaraciones al Club de Periodistas Económicos de Fráncfort, Bernd Fahrholz dijo que en una primera fase se cerrarán unas 50 oficinas en el 2001, para completar el plan en meses posteriores. El presidente de la entidad justificó esta medida por la fuerte caída de los beneficios que se ha registrado este año. Por otra parte, la entidad alemana sigue buscando salidas a su complicada situación, tras el fracaso de fusión con el Deutsche Bank, en abril pasado, y con el Commerzbank, en el verano. Como ha sucedido en otras ocasiones, el presidente de la entidad busca fuera de Alemania lo que no ha encontrado dentro: un socio con el que compartir el negocio o una entidad de menor tamaño a la que lanzar una OPA. Fahrholz declaró ayer: "Podemos expandirnos con adquisiciones muy selectivas. Estamos en negociaciones con empresas clave en países europeos", pero no especificó ningún nombre.

El presidente del tercer banco alemán explicó que la actividad de la red de sucursales es, por el momento, deficitaria, aunque obtendrá beneficios antes del cierre de este ejercicio.

El mayor banco de Europa, Deutsche Bank, está en una situación similar. Sus oficinas también están en pérdidas por lo que ha decidido segregarlas en una unidad específica, denominada Deutsche Bank 24. Incluso barajó la posibilidad, que finalmente rechazó, de vender las sucursales al grupo asegurador Allianz.

Estas estrategias comerciales y los intentos de fusión demuestran que la banca alemana tiene unas costosas redes comerciales que provocan que su rentabilidad sea inferior a la de sus competidores europeos.

A diferencia de lo que ha ocurrido en el Reino Unido, Benelux y, sobre todo, España, las entidades germanas han carecido de la cintura suficiente para incrementar su tamaño y reducir gastos. BSCH y BBVA han dirigido dos fusiones rápidas que les han aupado hasta los primeros lugares por rentabilidad y capitalización bursátil, dos condiciones imprescindibles para manejarse con holgura en la nueva Europa. Además han unido sus equipos directivos con escasos problemas internos, al menos hasta el momento.

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