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La mayoría de las discotecas impide la entrada a quienes llevan ropa y calzado deportivo

La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) denuncia que los porteros de las mayores discotecas de Madrid incumplen actualmente el derecho de admisión regulado por la Comunidad de Madrid. Para esta organización, la práctica habitual en muchas salas de fiesta de prohibir el acceso a clientes que visten ropa deportiva o calzan zapatillas contraviene, además, "preceptos fundamentales de la Constitución". El Gobierno regional elabora actualmente un reglamento sobre este asunto que, en opinión de los consumidores, sigue siendo insuficiente.

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"La gente sabe a qué viene"

El reglamento que ultima la Consejería de Economía pretende aquilatar la noción de derecho de admisión contemplado en la Ley de Espectáculos. En este reglamento se dice que este derecho "no podrá utilizarse para restringir el derecho de acceso de manera arbitraria o discriminatoria, ni situar al usuario en condiciones de inferioridad, indefensión o agravio comparativo". La CECU considera que del borrador del texto "se entiende que, al no hacer mención expresa al modo de vestimenta, no se debe prohibir el acceso a nadie por este motivo; pero lo cierto es que se siguen produciendo casos de indefensión".Para esta organización de consumidores, el derecho de admisión no puede servir para "impedir la entrada a ciudadanos (...) que por su indumentaria o por su aspecto general no coincidan con un determinado status social, previamente determinado por alguien". Pero esto es lo que que ocurre en muchos locales de la capital. En la puerta de la discoteca Joy Eslava, en la calle del Arenal, lo dice bien claro en un cartel colocado en la entrada: "Se prohíbe la entrada con vestuario específico para la práctica deportiva".

"Aquí entra todo el mundo"

-¿Y esto qué significa?

-Pues que no se puede entrar con zapatillas -aclaró el pasado viernes uno de los porteros.

Cada discoteca aplica sus propios criterios, personificados en el portero, que es al final quien decide. Por regla general, existe una norma antizapatillas deportivas que pocas salas de fiestas se saltan. Por ejemplo, en la entrada de la sala Larios, en la calle de Silva, dos porteros inspeccionan a todo el que pretende entrar. Y, según ellos, todo el mundo entra "a no ser que vaya borracho o que porte un arma".

-¿Y si va en zapatillas?

-No, claro, en zapatillas tampoco.

-¿Por qué?

-Porque son las normas.

Y señala un cartel en el que se indica que ahí no se entra "vestido con ropa deportiva".

Los porteros de esta sala-bar-restaurante aseguran que no afrontan muchos problemas para hacer cumplir esta norma: "La gente ya sabe a qué viene y dónde viene. Y esta sala tiene determinado ambiente. No se nos presenta ningún tipo desgreñado vestido de grunge. Como tampoco allá abajo, en una sala grunge, se presenta ninguno de nuestros clientes".Los mismos criterios se imponen, en Barnon, en la calle de Santa Engracia, o en Kapital, en la calle de Atocha.

Hay lugares aún más exclusivos. Uno de los más restrictivos de la capital está en la calle de Velázquez y se llama Gavanna. Franquear la puerta de esta sala equivale a superar un doctorado en ropa cara. En la puerta, además del precio de la entrada, 7.000 pesetas (sin consumición), se indica mediante dos carteles que ir en camiseta está prohibido y que tampoco se puede entrar con cámaras de fotos o de vídeo. Dentro hay artistas, famosos y, de vez cuando, el príncipe Felipe. Los hombres deben llevar chaqueta, pantalones de vestir y zapatos de categoría. "Bueno", aclara el portero, "en verano sí que dejamos entrar con vaqueros, pero es la excepción. Esta sala es así, y lo tomas o lo dejas". Las mujeres tienen que vestir como si fueran de fiesta. Aun así, muchas se quedan fuera.

Muy cerca de Gavanna, en la calle de Villanueva, una clienta aclara el criterio que impera en el local: "Depende del ánimo del portero". Por lo general, la sala coincide con el resto de las discotecas de Madrid y no va más allá del antizapatillismo.

En el mismo barrio, en la calle del Cid, la discoteca Alquimia se rige de otra forma. "Aquí entra todo el mundo. No importa la vestimenta, sino el comportamiento en la sala. Eso es lo único que nos importa. Y estamos siempre llenos", explica el portero de esta sala.Con todo, no se producen muchas denuncias por este asunto. La CECU registró a lo largo del año pasado 31 reclamaciones relacionadas con el derecho de admisión. En siete de ellas, los clientes aseguran que el portero les impidió la entrada sin darles la más mínima explicación. Otras seis denuncias aluden a los malos modos y comportamientos de los porteros (amenazas, insultos, actitudes prepotentes). En tres casos no se permitió el acceso a la sala a personas minusválidas. En los 15 casos restantes, la denuncia está relacionada con la indumentaria.

Algunos clientes protestaron ante la CECU porque no les dejaron pasar por vestir camisetas o calzar zapatillas deportivas y otros porque llevaban el pelo largo o porque eran hombres que lucían pendientes.

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