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Los colegios religiosos de Brasil han perdido el 20% de sus alumnos La demanda de plazas en las escuelas públicas aumenta cada año

Juan Arias

Mientras los alumnos en los colegios públicos brasileños han pasado de 33 millones a 40 en los últimos cinco años, los de las escuelas católicas han disminuido en un 20%, pasando de un millón a 800.000. Los expertos señalan que las tradiciones conservadoras de los centros católicos chocan con la modernidad de costumbres del Brasil actual. La tendencia señala la progresiva reducción de los estudiantes de las escuelas privadas en general, religiosas y laicas.

Viejas costumbres

El bajón en las escuelas privadas laicas, que han pasado de tener 5 a 4,5 millones de alumnos en cinco años, se debe fundamentalmente a la crisis económica de las clases medias, que, teniendo que pagar ya un seguro de salud privada ante la ineficiencia del sistema público, no consiguen mantener a sus hijos en una escuela de pago y acaban optando por llevarlos a una pública.También influye la crisis de las escuelas y colegios religiosos, fundamentalmente de los católicos. Según los expertos, esa crisis se debe fundamentalmente a que dichos centros de enseñanza, que han tenido gran prestigio en los últimos 150 años y en los que se educaron los líderes políticos e intelectuales del país, no han sabido adaptarse a la sociedad brasileña, que, a pesar de sus desequilibrios sociales, revela una gran modernidad y libertad de costumbres.

Ahora sucede cada vez menos que una familia se decida a llevar a sus hijos a un colegio religioso, aun sin ser creyente, a condición de que en él reciban una buena formación y les preparen con mayor eficacia para el ingreso en la universidad.

La preparación del profesorado religioso es cada vez más precaria, al mismo tiempo que muchos colegios católicos siguen manteniedo viejas costumbres conservadoras que la sociedad plural brasileña ya no acepta, como la separación entre chicos y chicas, la prohibición de los noviazgos entre ellos, la obligación de ir con uniforme a clase o la de recitar oraciones.Existe, además, una contradicción: por una parte, los colegios religiosos pierden alumnos por no saber adaptarse a la modernidad y, por otra, por intentar acercarse con paliativos a dicha modernidad, pero sin aceptarla totalmente. Según Antonio Miguel Kater, consultor de marketing católico, los colegios religiosos actuales podrían revitalizarse sólo si ofrecieran una formación abiertamente conservadora, seria, exigente y sin concesiones a las modas en un mundo en el que se valora sobre todo la relatividad y el cuestionamiento de cualquier dogma. Pero no hay colegio religioso que afronte hoy tal riesgo.

En el de los benedictinos de Río de Janeiro, por ejemplo, se prohíbe a los alumnos masticar chicle durante las clases, se les obliga a rezar antes y después de cada clase y no se admite a niñas. La apuesta por esta oferta de enseñanza les funciona para sobrevivir, pero no para ganar un solo alumno, como afirma el director de este colegio, Lourenço de Almeida Prado. Los analistas concluyen que la enseñanza impartida por las congregaciones religiosas, que fueron la cuna de las letras en Brasil desde el comienzo de su historia, seguirá perdiendo peso.

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