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Crítica:SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El rabo le tocó a El Juli

Todos los años, en esta feria simpática y facilona, los presidentes de las corridas llegan a la plaza con un amplio surtido de trofeos, entre los que no falta algún que otro rabo. Raro es el año en que de esos rabos prevenidos no le toca alguno a éste o a aquel torero.En esta corrida, el afortunado con la piltrafa fue El Juli. Un Juli que no quiso irse de vacío, después de no haber obtenido nada en su primer toro y de ver que Eugenio de Mora se llevaba tres orejitas.

Para conseguir ese soñado rabo, Julián tuvo la enorme suerte de encontrarse con la buena clase del sexto toro. El Juli, además, lo entendió de manera superlativa. Le dio distancia y lo embarcó con la mano derecha en series muy ligadas, sin perderle pasos ni corretear. Tal vez le quedaron algo aceleradas, pero eso es lo que caracteriza su toreo. Los muletazos con la mano zurda fueron de tono menor y cuando la casta del toro le apretó, la privilegiada cabeza de El Juli le llevó a aliviarse con ayudados por bajo para igualar al toro. La estocada, a tumba abierta.

Zalduendo / Luguillano, Mora, El Juli

Toros de Zalduendo (dos rechazados en el reconocimiento, uno devuelto por burriciego), feos de hechuras. 6º, encastado. 1º y 4º -sobrero- y 5º, de Antonio Bañuelos, muy flojos, mansurrones.Luguillano: estocada ladeada (oreja); pinchazo, rueda de peones y descabello (silencio). Eugenio de Mora: media estocada (oreja)¸ estocada caída -aviso- y se echa el toro (dos orejas). El Juli: dos pinchazos, estocada y descabello (aplausos y saludos); estoconazo (dos orejas y rabo). Eugenio de Mora y El Juli salieron a hombros. Se guardó un minuto de silencio por el aniversario de la muerte de Manolete en Linares. Plaza de San Sebastián de los Reyes, 28 de agosto. 3ª corrida de feria. Lleno.

Con el toro anterior realizó una labor mecánica, con facilidad, pero sin gustarse. De sus desastrosos tercios de banderillas lo mejor es no decir ni pío.

Eugenio de Mora tuvo el mérito de mantener en pie, con su temple y su técnica, a los dos inválidos que le correspondieron. Pero por eso no se deben dar nunca tres orejas, ni siquiera en esta bondadosa plaza.

Luguillano llevó muy bien, a media altura, a su primer toro. Lo mejor fue la fase final, en la que derramó arte en unos derechazos a pies juntos. Se peleó, más en lidiador que en artista, con el cuarto y, merced a eso, le cogió el ritmo a la embestida. El público, ni se enteró. Y, para colmo, se metió con él injustamente.

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