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ÁRBOLES CON HISTORIA

Residuos del vergel almeriense de hace siglos

Almería no fue nunca un desierto y lo del territorio árido, sin bosques, es cosa de hace cuatro días, como quien dice. Reductos de especies impensables en la seca provincia andaluza confirman un pasado vegetal esplendoroso. Es el caso del conjunto de alcornoques ubicados en la Sierra de Filabres, de un lado, y en Sierra Cabrera, cerca del municipio de Mojácar, de otro; no más de 80 unidades en total. El historiador e investigador almeriense Juan García Latorre describe la "falta de sentido" que estos dos alcornocales tienen desde la perspectiva de la ciencia convencional al resultar poco menos que "paradójicos" para los investigadores. "Como en teoría esta especie de árboles no podrían vivir en Almería, la respuesta automática es pensar que los debió plantar alguien. Pero la historia demuestra que estas especies siempre estuvieron aquí", afirma García Latorre.

Documentos del siglo XVIII confirman cómo los pescadores de la zona de Mojácar advertían al Ayuntamiento allá por 1700 del "peligro" que para su subsistencia supondría el seguir descorchando árboles. "En aquel entonces el corcho de los alcornoques era vital para las artes de pesca: las redes y los barcos. Los pescadores advertían que, de seguir así, tendrían que ir a buscar corcho a la Sierra de Filabres".

García Latorre asegura también que en los inventarios forestales de la Marina de Guerra aparecen localizados varios miles de alcornoques en Almería. Cualquier estudioso puede, además, remontarse 4.000 años de historia, en pleno apogeo de la cultura argárica, y comprobar cómo en el yacimiento arqueológico de Gatas, en Turre, ya aparece el corcho.

El alcornoque, parecido a la encina, es un árbol de madera muy dura. Crece en áreas bien delimitadas, de pluviosidad elevada. Estas especies han demostrado en Almería su resistencia a todo tipo de avatares. El último, un gran incendio ocurrido hace siete años en la Sierra de Filabres, y en el que cientos de encinas quedaron arrasadas. Sin embargo, el reducto de ocho alcornoques fue inmune a las llamas.

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