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Crítica:CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El arte de cinco grandes maestros

Un concierto excepcional con obras de Schumann y Brahms en la 31ª Semana de Música de Segovia

ENRIQUE FRANCO. Si algún concierto puede calificarse como fuera de serie y quizá irrepetible, ha sido el ofrecido el miércoles por los maestros de los cursos internacionales de Segovia. Reunir en un quinteto los nombres de Ruggiero Ricci, Victor Martín, Bruno Giuranna, Rocco Filippini y Agustín Serrano para interpretar a Schumann y Brahms, más que un lujo es un excepcional capricho del azar. Imponía ver al octogenario Ricci derrochando talento y vigor con nuestro Víctor Martín al lado, feliz y maduro; al viola milanés, Bruno Giuranna, pedagogo, concertista y refinadísimo músico de cámara; al violonchelista de Luano, Rocco Filippini, con su maravilloso Stradivarius, y al pianista zaragozano Agustín Serrano, en cuyo sonido pervive la belleza neta que tenía su maestro, Enrique Aroca.

El día anterior, el quinteto de viento de Viena y nuestro gran pianista Josep María Colom, alto virtuoso y músico puro y hondo, explicaron quintetos de Mozart y Beethoven y el sexteto de Francis Poulenc. A la maestría de los clásicos se sumó la novedad de este francés, ya clásico y siempre sorpresivo.

Por las tardes siguieron las actuaciones de jóvenes artistas en la academia de San Quirce y, como otras veces, esta plataforma de futuros grandes intérpretes nos sorprendió con el arte del violinista Juan Luis Gallego, en una admirable versión de La sonata, de Cristobal Halffter, o la violista Rocío Gómez en una bellísima Romanza de Conrado del Campo, mientras Cruz Yaber, violonchelista, bordaba la Sonata española, de Gaspar Casado, y la pianista Belén González Domonte, discípula de Guillermo González, abordaba la Iberia de Albéniz con una claridad y encanto sonoros prometedores.

Un esperado concierto, perteneciente al 25º ciclo internacional, sufrió la amenaza de un tiempo que se anunciaba inclemente. Así, de los jardines del Alcázar fue trasladada a la Sala Andrés Laguna, la actuación de tres grandes solistas con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por Max Bragado. Una vez interpretada La entrada al nuevo milenio, de Claudio Prieto; el Triple concierto, de Beethoven constituía la pieza clave del programa. Tres solistas tan notables como el veneciano Brenno Ambrosini, el leningradés Mark Lubotsky y el praguense Michal Kanka fueron protagonistas de una excelente versión, dirigida con buen arte por el maestro Bragado. Y aquí terminó todo, pues los profesores de la orquesta, quejosos del calor imperante en la sala, se negaron a continuar el concierto con las obras de Rodrigo y Stravinsky que componían la segunda parte.

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