_
_
_
_

La agresividad amenaza al sistema educativo japonés

Japón aparece sistemáticamente en los primeros puestos de la lista de países con mejores alumnos de matemáticas y ciencias. Pero su sistema educativo atraviesa una profunda crisis. Un reciente artículo del Financial Times muestra una situación casi caótica: adolescentes que no van a clase por miedo, escuelas públicas convertidas en campos de batalla, aulas donde reina el desorden absoluto, profesores experimentados que confiesan que los alumnos se han convertido en sus radicales enemigos y que no consiguen controlarlos.El fenómeno ha sido bautizado como "destrucción del aula". Significa que, aunque las clases están bien equipadas, nadie tiene poder sobre los alumnos. "Si pides a uno que se calle, él te contesta que te calles tú", dice un profesor. Cierto es que siempre hubo casos de indisciplina, pero se trataba de una minoría, según otro docente. Hoy, la mayoría de los estudiantes japoneses causa disturbios. Ello, en un sistema social extremadamente competitivo, en el que la educación está altamente valorada y los jóvenes se disputan un puesto en las escuelas de élite.

Algunos analistas creen incluso que el estrés a que están sujetos los jóvenes no es ajeno al creciente clima de inestabilidad. Los delitos dentro de las escuelas aumentan, y los culpables reconocen que los han cometido simplemente porque querían hacer daño a alguien. Los profesores, impotentes, ceden a la presión.

El ministro de Educación cree que el problema yace en los cambios radicales que está sufriendo últimamente la sociedad japonesa. Los jóvenes, cada vez más individualistas, no aceptan la autoridad y quieren escoger su propio camino.

Y en la sociedad empieza a surgir la duda: ¿es realmente necesario que el 90% de los alumnos ingrese en una universidad? La creencia de que todos deben acceder a los niveles más altos pierde fuerza y está siendo sustituida por la idea de que es preciso dar oportunidad a los estudiantes de desarrollar sus capacidades. El Gobierno se dispone a introducir currículos escolares más flexibles y con más opciones.

Hay quien teme una disminución de la calidad de la enseñanza, pero también quien dice que vale la pena pagar ese precio, incluso si ello implica bajar dos o tres puestos en las listas internacionales. El primer ministro ya ha constituido un grupo de 26personalidades de varios sectores -premios Nobel, un atleta medalla de oro de yudo en 1984, periodistas y profesores- para colaborar en la reforma del sistema educativo.

Un importante grupo de presión japonés, Keidanren (Federación de Organizaciones Económicas) ha reclamado una reforma educativa que permita afrontar la globalización. La idea de Keindanren es lograr un sistema más flexible de educación que permita superar las dificultades con que ahora chocan los alumnos. La propuesta se inscribe en un clima de críticas a la excesiva rigidez de los exámenes, cuya consecuencia es la creciente violencia en las aulas y la ingobernabilidad de los antaño sumisos alumnos.

"Tenemos bloqueadas las medidas que serían necesarias para aumentar la competitividad, especialmente la fluidez en inglés y en información tecnológica", señala Satoshi Tsuzubibashi, de Keidanren. La propuesta incluye un comienzo más temprano del aprendizaje del idioma inglés -actualmente se inicia entre los 13 y los 15 años- y un aumento de profesores nativos en esa lengua. Además, la enseñanza debería, según Keindanren, priorizar la conversación por encima de la memorización. Los alumnos tendrían que poder escoger los centros y optar a una mayor variedad de asignaturas.

El primer ministro, Keizo Obuchi, ha puesto en marcha un consejo para la reforma educativa compuesto de académicos, periodistas y hombres de negocios.

El debate político sobre el futuro de la educación en Japón ya está abierto. Okuchi, al frente de una coalición conservadora, podría apoyar una enseñanza rica en temas nacionalistas, e incluso que en las escuelas suene el himno del país y ondee la bandera, algo impensable desde la II Guerra Mundial. Por su parte, los centristas del Nuevo Komeito, un partido sostenido por los budistas, quieren una educación orientada "a la paz y al humanismo" y se oponen a una injerencia más activa en el sistema por parte del Gobierno.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_