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20 millones de fianza a cada acusado por el crimen de la Villa Olímpica

El juez procesó ayer a 10 jóvenes acusados del asesinato de Carlos Javier Robledo Peña, que murió el pasado día 1 en la Villa Olímpica de Barcelona a causa de una brutal paliza. El instructor del caso también les imputa el intento de asesinato de los dos amigos de la víctima, que resultaron heridos pero lograron huir. En una resolución notificada ayer a las partes, el magistrado ordena también que los 10 acusados, que permanecen en prisión, depositen una fianza de un total de 200 millones de pesetas.

En el auto de procesamiento dictado ayer, el titular del Juzgado de Instrucción número 14 de Barcelona, Adolfo Fernández Oubiña, también acusa a los 10 jóvenes de tres delitos de robo y ordena que se les embarguen sus bienes o se demuestre que son insolventes si en el plazo de 24 horas no abonan la fianza de 200 millones. El magistrado había anunciado en un principio que separaría la causa en dos procedimientos -uno para el delito de asesinato, que juzgaría un tribunal popular, y unas diligencias previas para el resto de los delitos-, pero finalmente ha optado por mantener los hechos en un solo sumario para evitar que se produzcan sentencias contradictorias. Fuentes judiciales cuestionaron ayer la decisión de Oubiña, que de esta manera ha esquivado la aplicación de la Ley del Jurado.El juez explica en el auto de procesamiento que en la noche de los hechos los 10 acusados "acordaron agredir a grupos o individuos que pasaran por las proximidades" de la discoteca Black Fire, a la que habían acudido. Por ese motivo, robaron una bufanda y una chaqueta, que pusieron como cebo en un automóvil para iniciar la pelea. Cuando Carlos Javier Robledo y sus dos amigos cogieron la prenda para devolverla a su propietario, los 10 jóvenes les acusaron a gritos de querer robarla y les golpearon con las botas reforzadas de metal que calzaban y con una barra de hierro. Los dos amigos de Robledo pudieron introducirse en un vehículo y huir, aunque quedaron lesionados física y psíquicamente "por el terror que les ocasionó la brutalidad de la agresión", explica el juez. Antes les habían robado un anillo y un reloj.

A Robledo "le fue imposible ocultarse al ser abatido en el suelo con un golpe de la barra de hierro y siendo entonces pateado (...) hasta que le destrozaron el cráneo y el tórax". Posteriormente, sus agresores le robaron unas gafas de sol.

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