El Atlético no sale del pozo

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El retorno de Antic no ha surtido efecto en el Atlético. Positivo, se entiende. El equipo sigue roto, dispuesto para que cualquiera le pase por encima. Con el cambio se pretendía, por ejemplo, que los rojiblancos se hicieran con la pelota, que no renunciaran a ella como en los tiempos de Ranieri. Pero el balón fue ayer del Valladolid -sólo en la segunda parte, cuando ya era tarde y porque el resultado así lo exigía, lo cogió el Atlético-. Con el relevo se buscaba también un estímulo para los futbolistas: animarlos a exhibirse ante el nuevo técnico, a ilusionarse con la nueva apuesta y esas cosas que habitualmente dan sentido en este deporte a tanto movimiento de banquillo. Pero Antic no es un entrenador nuevo, los futbolistas se lo conocen de memoria. No es un revulsivo. De momento sólo lo ha sido con vistas a la grada, lo que apenas produce beneficios cuando de lo que se trata es de curar a un enfermo en fase terminal. A Antic le queda mucho trabajo: sanar al Atlético, que se muere.Se vio otra vez ante el Valladolid, convertido a ojos del Atlético en un adversario enorme. Shoji Jo dobló en el primer tiempo a la defensa rojiblanca. Actuó el japonés con la sonrisa de oreja a oreja, mirando al partido como algo divertido no como una obligación, y condujo así a su equipo hacia el triunfo. Tal vez éstas son las miradas que necesita el fútbol español, sobre todo el Atlético. Que desdramaticen.

Porque los rojiblancos jugaron tensos, agarrotados, bloqueados de forma alarmante. A Valerón, que no recibe ayuda alguna de Bejbl en la construcción, le cuesta coger el volante. Kiko lo intenta, pero aún no está fino. Y hasta Hasselbaink, la única joya del proyecto Ranieri, que sabía buscarse la vida para mantener en pie al Atlético a golpe de zambombazos, parece peor. Se ha quedado Hasselbaink para las jugadas a balón parado, aunque no es poco en estos tiempos de sequía del Atlético. Pero el Valladolid concedió pocas faltas en la frontal. Antic ha multiplicado el trabajo del holandés: ahora le hace sacar hasta los córneres. No funcionó ayer el experimento, pero cuando a Antic se le ocurre alguna en las acciones de estrategia conviene tenerle paciencia.

Fue un error de concentración de Bejbl -peor sería sospechar que el checo todavía no sabe que la defensa tiene que salir a toda pastilla en cuanto el área escupe un balón tras un córner- lo que mató al Atlético, lo que le puso en desventaja. Pero en realidad, de no haber sido por Molina, la derrota le pudo venir al Atlético en ese primer tiempo por cualquier otro camino. El Valladolid fue entonces mejor que su rival en todo.

Se empequeñeció el Valladolid en la segunda mitad, cuando el Atlético sacó casta de dentro para resistirse al resultado. Se vino arriba con el paso de los minutos. Por empuje, con Toni y Kiko a la cabeza -en estos tiempos, el cariño al escudo suma más que cualquier otra cosa-, llegaron a gozar de ocasiones para el empate. Hasta Roberto envió un cabezazo al larguero. Pero finalmente pesó más sobre el marcador el primer tiempo que la lucha agónica y desesperada del segundo. Y el Atlético dio así un paso más hacia Segunda.