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Tribuna
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Gran Sanchis

Santiago Segurola

Desde el cinismo: hubo un tiempo en que se acusaba a Sanchis de todos los males del Madrid. Épocas en las que cada nuevo entrenador llegaba al equipo con la decisión de arrinconarle. Años en los que el periodismo alentaba gratuitamente su caza. Cada cual se buscaba una excusa para justificar la marginación de Sanchis. Hubo entrenadores que le sacaron del centro de la defensa para colocarlo de lateral y esperar su fracaso. Hubo algún dirigente que deslizó a un técnico la conveniencia de eliminar a Sanchis del equipo y traspasarlo. Hubo un seleccionador que lo consideró como el principal foco de desestabilización del equipo nacional y le borró de las convocatorias cuando el jugador contaba 28 años. Nunca más volvió.Hubo momentos en los que Sanchis desapareció de las alineaciones, ante la satisfacción de una gran parte de la crítica. Hubo una crítica que nunca logró argumentar su desafecto por el jugador y se refugió en coartadas irrelevantes: que si ganaba un dineral, que si era desdeñoso con la prensa, que si era un individualista, un caprichoso que representaba por elevación las canongías de la quinta del Buitre. Apreciaciones sin valor futbolístico que derivaron hacia el terreno estrictamente profesional. Con Sanchis todo funcionaba peor. Ese clima se trasladó a través de dirigentes, entrenadores y periodistas a la hinchada, que nunca mantuvo una relación afectuosa con un jugador de primerísimo orden. Un jugadorazo.

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Con sus 17 temporadas en la mano, a Sanchis se le puede -y se le debe- defender desde casi todos las vertientes. ¿Quieren números? Siete Ligas ganadas y unos cuantos títulos más. Pero quizá resulta más alentador revisar las opiniones de todos aquellos entrenadores cargados de prejuicios contra él. Todos se vieron obligados a aceptar la inconsistencia de sus opiniones. Floro, que le trasladó al lateral derecho, terminó por colocarle como titular en el centro de la defensa. Capello tuvo que recurrir a él en el último tercio de la temporada para sostener el medio campo y ganar la Liga. Con Toshack -enemigo declarado del capitán madridista durante largos años- fue titular en el tramo final de la última temporada. Todos tuvieron que admitir la realidad: con independencia del pésimo estado de opinión que se estableció alrededor de Sanchis, su categoría terminaba por imponerse.

Ahora, con 35 años, todavía se ven en Sanchis retazos del jugador que fue, del formidable futbolista maltratado. No sólo retazos. Cuando entra a jugar con la camiseta del Madrid, se ve de inmediato que es uno de los pocos que están por encima del peso de la casaca. Por recursos, por clase, por presencia, hasta por la muy futbolística suficiencia con la que hace las cosas en el campo. Por desgracia, sólo ahora se le reconoce su grandeza, cuando Sanchis se aboca al final de su carrera y se le ve con la condescendencia que se dedica a los jubilados. Qué mezquino e injusto es el fútbol con algunos de los mejores.

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