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Tribuna
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Apocalipsis 2000

Nunca he creído en Nostradamus ni en las profecías milenaristas de Fátima ni en cosas similares, y, por supuesto, considero burdos farsantes a esos videntes que tan generosamente exhibe (y retribuye) Canal Nou; pero hay que reconocer que la acumulación de hechos incoherentes, aparentemente inconexos, a las puertas del 2000, comienza a resultar un tanto preocupante. La gente quizá no se de cuenta, así de entrada, pero si pusiera un poco de atención vería que todo es un poco extraño, además de absurdo. El otro día, sin ir más lejos (de mí mismo, quiero decir), se me cayó un tomate, de aspecto magnífico, al suelo, y, en lugar de despachurrarse como cuando yo era niño, se fue dando botes por el pasillo como si tal cosa; ¿creen que eso es normal? Un amigo ecologista me dice que eso sucede porque se trata de un tomate transgénico y que la culpa es de las multinacionales. Puede ser, pero yo pienso que la cosa es más grave y obedece a designios ocultos ligados al fin del milenio. Y lo pienso porque hay más signos de la inminencia del desastre que se avecina. Por ejemplo, el presidente de la Generalitat, en un alarde de sensatez fuera de toda lógica, les ha dicho a los empresarios alicantinos, cual si de Alfonso Guerra se tratara, que redistribuyan la pasta que están ganando ahora gracias a este gobierno; y claro, éstos, totalmente perplejos, han respondido que ya pagan impuestos y crean empleo y que ellos no son una ONG. Contundente respuesta que el president se hubiera ahorrado si, en su loable interés por acumular acervo progresista, hubiera leído a ese gran economista que es Galbraith el cual hace más de 20 años ya afirmaba que el argumento más relevante para no redistribuir es que los ricos no quieren. Mire si estaba la cosa clara ya por entonces.

Pero no acaba aquí el relato de los hechos absurdos, resulta que después de pagar 800 millones del ala a esa gran apuesta tecnológica que es Vía Digital (que pierde dinero cada día que pasa) a los súbditos del poder valenciano nos toca añadir casi 2.000 ptas. por barba (hasta ahora así ha sido) cada vez que juega el Valencia en Europa y así poder ver a Mendieta, que es el único que de verdad merece la pena ver siempre. ¿No les parece todo ello suficiente? Pues fíjense ahora en la curiosa secuencia siguiente: el presidente de AVE (Asociación Valenciana de Empresarios), que a su vez es presidente de la Fundación AVE (Alta Velocidad Española), dice que la culpa del retraso del AVE (el tren) es de Madrid, que al final siempre es lo mismo, mande quien mande. ¿Vds. creen que obedece a la simple casualidad tanta repetición de siglas? No sin razón algunos colegas llaman en la intimidad a su presidente el "AVE Félix" del empresariado valenciano.

Pero atención, ello no pasaría de ser una simple anécdota si no fuera porque hace unos días la genética nos ha suministrado una interesante, y sorprendente, información sobre nuestros insospechados orígenes; a saber, que el genoma del ser humano es más parecido al del pollo (ave también, al fin y al cabo) que al del ratón. ¿Quién lo hubiera dicho?, con la cantidad de gente que los ves y es que tienen cara de ratón talmente, con los dos incisivos superiores plantando cara, como se suele decir; por no mencionar a los que alardean de comportamientos egocéntricos y miserables del tipo rata de cloaca, que también los hay. Pues nada, ni por éstas, que nuestro genoma se parece más al del pollo; ¿habrá cosa más absurda?

Quizá la haya, pero observemos ahora con detenimiento los siguientes hechos, aparentemente ajenos unos de otros: Federico Félix, presidente de AVE, es también (qué casualidad) presidente nacional de los fabricantes de pollos; por su parte, la que fue durante un tiempo nuestra empresa más emblemática, Avidesa, nació de la mano del pollo, por así decirlo; pero, además, es público y notorio que el PP accedió al poder en 1995 gracias al que fue bautizado como pacto del pollo; y no sólo eso, a causa precisamente del pollo que tiene montado el PSPV, aquél ha vuelto a ganar por mayoría absoluta en 1999. Por último, y para acabar de arreglarlo, ¿se han fijado que si damos la vuelta a las tres últimas cifras de este año nos aparece el fatídico y demoníaco 666?

Como ven, aunque todo parece inicialmente inconexo y absurdo, situando tales eventos uno al lado del otro, expresan un mensaje unívoco y coherente: vamos de cabeza al desastre. Sensación ésta, por cierto, que se acrecienta al conocer que el responsable de controlar el efecto 2000 por estas tierras es ese discutible experto en tecnologías de la información llamado Serafín Castellano, en lugar del consejero de sanidad J. E. Cervera por ejemplo que es el que de verdad sabe de estas cosas. En este caso, claro está, la inevitable, e inquietante, pregunta podría formularse así: ¿por qué Zaplana quiere estar seguro de que el efecto 2000 nos alcance de lleno?

En fin, no le demos más vueltas, entre otras cosas porque ya no queda mucho tiempo para reaccionar. Como dice un portavoz de la CIA, que es la que realmente conoce la magnitud del caos que se avecina, encerrémonos en casa, la noche del 31 de diciembre, rodeados de velas, una radio de pilas y una manta, y confiemos en la Providencia. A lo mejor no pasa nada y todo ha sido un mal sueño.

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Andrés García Reche es profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia.

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