_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

LA CRÓNICA La invención del tonto GUILLEM MARTÍNEZ

El hombre que volvió a leer el "Quijote". Lectura del Quijote. Biblioteca de Cataluña. La sala está abarrotada. Estudiantes, filólogos, lectores, señores que pasaban por ahí, una señorita que lleva una minifalda tan estimulante que es la frontera entre la mini y la stock option. También está por ahí la plana mayor del hispanismo barcelonés. Barcelona es, por cierto, una potencia filológica de primer orden. Lo que pasa es que los filólogos acostumbran a hablar bajito. Por ahí están algunos de los all-stars del ramo, como Guilllermo Serés y Alberto Blecua -ambos dos le están dando un tute a Lope-, o Rafael Ramos -sabe tanto sobre el Amadís de Gaula que si viviera Amadís llegarían a las manos-. En la mesa están Martí de Riquer y Francisco Rico, los grandes ideólogos de las dos grandes ediciones del Quijote en este siglo. Y Lluís Pasqual, que tiene delante de sí un volumen de la mejor edición del Quijote disponible esta mañana a primera hora -Biblioteca Clásica, Crítica, Barcelona, 1998-. La cosa consiste en que Rico hable. Habla. Pasqual lea un fragmento del Quijote. Lo lee. Riquer -el único filólogo que no habla bajito- presente al hispanista escocés Edward G. Riley. Lo hace. Y el hispanista escocés hable. Entre todo ello, hay que recordar que el Quijote existe y que su mejor edición tiene cuatro días y que esas dos cosas son muy importantes. Este acto, por cierto, se repetirá anualmente con diferentes personas y con el mismo Quijote.El monólogo de Martínez Bloom. Toma la palabra el hispanista escocés Edward G. Riley. Inicia una conferencia sobre el tema de la originalidad del personaje Ginés de Pasamonte en el Quijote. Al introducir a este personaje pícaro, Cervantes tiene oportunidad de construir dos biografías diferentes en una misma novela. La del Quijote, en tercera persona, y la de un pícaro, en primera, y que... zzzzzzzzzzzz. Cuando recupero el sentido veo el techo de la sala. Gótico catalán. Un gótico bajito, simpático y luminoso. Ya estaba aquí cuando Cervantes se dejó caer en Barcelona y descubre que se puede novelar sobre la realidad. Cuesta adaptarse a la realidad. La realidad te hace tonto. Supongo que mientras construían este techo también se cayó alguien. Debería comprarme una americana que me caiga bien. Esperaré a las rebajas. Las rebajas son una broma del capitalismo, lo cual me recuerda la única conversación que tuve con el millonario Soros. "Joven, lo bueno del capitalismo es que es el único sistema que no precisa ser meditado. No sea tonto y no se moleste en meditarlo". Las novelas, si te fijas, giran alrededor de un personaje tonto. El Quijote es un loco, es decir, un tonto, El hombre sin atributos también es tonto. El hombre moderno es un tonto, en un sistema tan tonto que no necesita meditación, y la vida es así, no la he inventado yo. ¿Qué fue de Sandro Giaccove? La diferencia entre una novela y la vida es que al tonto de la novela todo le va encajando, incluso cuando el autor de la novela decide que el tonto no encaje nada, como Musil. Cervantes igual no inventó la novela, igual inventó al tonto novelado, que es un invento más sensacional. El hombre moderno es un inadaptado. Es decir, un tonto. El Quijote es el primero de nosotros. A mí lo que me desadapta ahora es esa minifalda. Esa minifalda es una stock option, pollo. Mañana lo escribo en la crónica. Tengo hambre. A ver si Ramos se apunta a un cenorrio. Vaya, Lluís Pasqual está a punto de quedarse ceporro, como aquí el titi.

Las frases de san Francisco. Epílogo. Finaliza el acto. Les doy la patita a mis antiguos maestros, que me preguntan por la vida. Francisco Rico, por primera vez en su vida y en la mía no me llama zoquete, sino que se limita a demostrármelo. "He dicho una cita genial, pero seguro que no la ha cogido. Escriba: "In Spain they just to say that one Cervantes may overcome a 1.000 Dantes, and this opinion we must agree, is bitterly recive in Italy". Vamos, que tendríamos que leer más a Cervantes, como hacen los italianos con su Dante. Mande que le corrijan la cita en el diario, que no me fío un pelo de usted". Y luego: "¿Es que no va formularle ninguna pregunta al egregio profesor Edward G. Riley?". Le digo que no tengo el honor. "Querrá decir que no tiene el honor de poder formularle alguna pregunta. En fin, sea irónico y todo eso, pero sáquenos guapos en su crónica, y ahora me voy a cenar. Por supuesto, usted no está invitado". Me cae bien ese hombre. Independientemente de ello, compren su Quijote. No sean tontos. Al menos más allá de lo que exige la época.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_