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Tribuna
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Luna de cobardes

En noviembre de 1998, Pedro J. Ramírez utilizó su insultorio dominical (un espacio dedicado habitualmente a injuriar y/o calumniar a quienes se resisten a sus chantajes o incumplen sus instrucciones) para descalificar mediante una archiconocida cita literaria a Gregorio García-Ancos y Enrique Bacigalupo, los dos magistrados del Tribunal Supremo que se atrevieron a procesar al juez Liaño por prevaricación pese a la furibunda campaña de amenazas e intimidaciones que El Mundo y otras cabeceras de esa misma tribu mediática habían desplegado para impedirlo. El director de El Mundo recurría con ese ultrajante propósito a un poema de Pablo Neruda en memoria de Miguel Hernández: "De los Bacigalupos y los Ancos podría escribirse con mucho más motivo algo de lo que Neruda escribió en su Canto General de los Dámasos y los Gerardos". Orgulloso de su ingenio, Ramírez volvió a utilizar la misma argucia -insultar a los dos magistrados por poeta interpuesto- cuando Liaño fue condenado el mes pasado a la pérdida de la carrera por haber abierto y sostenido en falso el sumario de Sogecable: "Insisto en que a los Bacigalupos y los Ancos, autores de la más sucia sentencia de veinte años de democracia, no les encajan ya sino algunas de las palabras que el poeta dedicó a los Dámasos y los Gerardos".¿Cuáles eran esas palabras? La cólera elegíaca del Premio Nobel chileno no se limitaba a maldecir a los jueces, torturadores y carceleros del autor de Perito en lunas, fallecido por enfermedad en la prisión de Alicante en 1942 cuando cumplía una pena de 30 años por la que le había sido conmutada su previa condena a muerte; Neruda también clamaba contra Dámaso Alonso y Gerardo Diego, dos poetas que habían optado por el bando de Franco después del fusilamiento de García Lorca y de la marcha al exilio de Jorge Guillén, Pedro Salinas y otros componentes de la llamada Generación del 27: "Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre / en sus libros, los Dámasos, los Gerardo, los hijos / de perra, silenciosos cómplices del verdugo, / que no será borrado tu martirio, y tu muerte / caerá sobre toda su luna de cobardes". El pasado domigo, Pedro J. Ramírez rechazaba -en un artículo narcisistamente titulado "Por qué no he llamado a Bacigalupo y Ancos lo que no les he llamado"- que su referencia a los versos de Neruda se propusiera endosar a los dos magistrados aludidos el calificativo de hijos de perra.

El director de El Mundo negaba y afirmaba al tiempo su injuriosa travesura: aunque "acciones tan intelectualmente repudiables" como el comportamiento de García-Ancos y Bacigalupo "sean a menudo descritas con tal epíteto", Ramirez sostiene que carece del "mínimo conocimiento de su genealogía -no por falta de fuentes sino de empeño- para apreciar en ellos los elementos objetivos de esa tara social". ¿A cuento de qué, entonces, la referencia a "los Dámaso, los Gerardo" del Canto General? Guiñando risueñamente un ojo a sus lectores, el director de El Mundo aclara que utilizó "toda la crudez del lenguaje poético" de Neruda sólo para llamar cómplices del verdugo a los dos magistrados, cooperadores necesarios en la ejecución de una "pena de muerte profesional" dictada contra Liaño no por el Supremo sino... ¡por Jesús Polanco! Ramírez precisa que cómplices del verdugo no es una "descalificación personal", sino una "calificación personal" y un "desapasionado reflejo de la anatomía del ejercicio de sus funciones"; por lo demás, "no hacía ninguna falta" llamar hijos de perra a Ancos y Bacigalupo: "El rastro de su homicidio en primer grado les acompañará mientras vivan".

El valor moral y el coraje cívico no son rasgos fácilmente adivinables en el equipaje virtuoso de Ramírez; ni siquiera cuando su intimidad ha sido objeto de persecuciones inicuas (todavía mas ruines que las agresivas invasiones de su periódico contra otras vidas privadas) dejó de manipular fraudulentamente esas infamias en beneficio de su megalomanía y en contra de sus fobias. Los cobardes objetivos de la provocación contra García-Ancos y Bacigalupo son palmarios: en el supuesto de que los magistrados se querellasen contra él, Ramírez se presentaría -con Anguita de limosnero mayor de fianzas y multas- como un heroico abanderado de la libertad de expresión; caso de no hacerlo, El Mundo ya ha sentenciado que si García-Ancos y Bacigalupo no han recurrido a los tribunales "es porque no se consideran injuriados ni calumniados", esto es, porque admiten la inocente veracidad de ser llamados hijos de perra o cómplices del verdugo.

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