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GENTE

"NADA QUE DECLARAR"

El 30 de julio de 1996, al llegar en avioneta privada al aeropuerto de Hohenems (occidente de Austria), Carlos de Habsburgo, de 38 años, nieto del último emperador de Austria, aseguró que no llevaba nada que declarar. Cambió de opinión cuando el oficial de aduanas se dispuso a inspeccionar el aeroplano. Entonces admitió que portaba una diadema con esmeraldas y diamantes valorada en más de 7,5 millones de pesetas. "Quizá cometí un error", aseguró ayer, tres años más tarde, el rico descendiente de la dinastía imperial ante un tribunal en el Estado austriaco de Vorarlberg tras escuchar la sentencia: culpable de intento de contrabando. Como castigo, el exeurodiputado y esposo de la baronesa Francesca Thyssen-Bornemisza deberá pagar una multa de unos dos millones de pesetas. No es la primera vez que el hijo de Otto de Habsburgo se mete en líos. La resolución judicial es leve si se compara con las repercusiones que puede tener un proceso por malversación de fondos destinados a actos benéficos en World Vision International, ocurrido mientras Carlos de Habsburgo presidía la representación austriaca de dicha organización internacional.- ,

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