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Suelo valenciano para la Alhambra

Una empresa familiar de Oliva es responsable de que el suelo de la Alhambra de Granada resista el desgaste que sufre ante el gran número de visitantes que desfilan a diario por el edificio. Al menos así es posible ya en dos de sus salas, el Palacio de la Princesa y la Torre de las Armas, que han sido rehabilitadas con el pavimento que la empresa valenciana Cerámica Decorativa S.A., con un proceso de fabricación totalmente artesanal. La elaboración de las piezas, una a una y de forma manual, ha sido supervisada por la arquitecto de las obras de restauración, Virginia Bueno, y mantienen las dimensiones y características originarias. Después de probar suerte con varios pavimentos, que acababan deshaciéndose por el continuo trasiego de personas, uno de los distribuidores de la fábrica de azulejos valenciana convenció al Patronato de la Alhambra, integrado por la Junta de Andalucía y al Ayuntamiento de Granada, para que probara su producto. Superó la prueba, y empezaron a llover los encargos a la empresa olivense. Un reto que fue acogido con gran satisfacción por los propietarios de la fábrica, la familia Blasco Pascual, como recuerda el director de la empresa, Pepe Castellanos. ¿El secreto del éxito? Las propiedades de la tierra que se utiliza para elaborar los pavimentos, que procede de las canteras calcáreas de Oliva, con el contenido justo de hierro, y "la utilización de una cocción larga, como la que se realizaba tradicionalmente", comenta Castellanos. El pavimento de la Alhambra no es el primer encargo para la restauración de edificios históricos que ha recibido la empresa. La catedral de Pamplona o el Palacio de la Magdalena en Santillana del Mar también han sido restaurados con material procedente de la fábrica valenciana. Cuentan en su curriculum con una larga tradición dedicada a la elaboración de material para la construcción, que se remonta a 1862, cuando la empresa familiar inició su andadura. Oliva ha sido, además, históricamente un centro de producción de terracota. Durante la época romana, comenta Castellanos, los hornos de esta localidad eran los principales productores de ánforas que se distribuían desde el puerto de Dénia a todo el Mediterráneo. De aquella época ha quedado constancia en algunos restos encontrados en yacimientos arqueológicos realizados en la ciudad. El "boom de la naranja" de los años 60 animó la construcción y cerca de una veintena de fábricas de ladrillos y azulejos prosperaron por el municipio. Hoy sólo dos empresas mantienen esta actividad en Oliva. La familia Blasco Pascual diversificó su oferta en los años 80 hacia tres modalidades: el trabajo del barro de forma artesanal, el azulejo decorativo y pavimentos. Castellanos tiene claro que la clave del éxito está en la adaptación a los nuevos tiempos. Es por ello que su proyecto más inmediato se ocupa en la investigación y exploración del campo de la bioconstrucción donde la empresa valenciana ya ha empezado a hacer sus pinos. Las viviendas del barrio ecológico de la Vall d"Uixó tienen material de construcción procedente de la fábrica olivense.

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