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El japonés de la Alpujarra

RETRATOSEn el corazón de la Alpujarra, al comienzo del barranco del río Poqueira, un cartel llama la atención del caminante: "Viajero, quédate a vivir con nosotros". La hospitalidad de esta comarca de Granada y Almería ya ha convencido a muchos turistas. Carataunas es un pueblo de 221 habitantes, de los que la mitad son extranjeros procedentes de 15 países que llegaron a la Alpujarra buscando la tranquilidad de sus montañas. En Capileira, poblada por 572 almas, hay censados vecinos de 22 nacionalidades. Uno de ellos es el japonés Shu Ichimura. Cuando se mira un cuadro de este pintor se llega a intuir qué le indujo a dejar atrás 50 años de vida en su país. En esta zona de Andalucía, en la cal de sus pueblos y en los picos de Sierra Nevada, encontró el blanco siempre soñado. El azul tantas veces perseguido lo halló en un cielo límpido. Y la luz que deslumbra en sus óleos mana del sol que fulge eterno en la Alpujarra. Ichimura visitó por primera vez la comarca en 1975. Volvió en varias ocasiones más y, en 1986, se quedó a vivir en Capileira de manera casi definitiva. Desde entonces sólo viaja a su país, donde es un cotizado artista, para exponer su obra. Ya entonces estaba prendado de la cultura española. Su viaje a Capileira no fue casual. "Vine a conocer al director de cine Víctor Erice porque en Japón vi dos películas suyas -El sur y El espíritu de la colmena-. Él entonces veraneaba aquí", rememora en un castellano telegráfico. Luego también conoció la obra de Juan Ramón Jiménez. "Número uno: Platero y yo". "Número uno" es la expresión recurrente de este japonés para expresar sus predilecciones, que aplica también a los burros. "He pedido muchas veces a mi manager, el señor Paco Pérez, que me compre uno", explica Ichimura, que de pequeño aspiraba a ser veterinario. Francisco Pérez es, en efecto, su representante. Este granadino y su gemelo regentan el hostal-restaurante en el que vive el pintor. Ellos, de algún modo, también fueron responsables de que el japonés se quedará a vivir en la Alpujarra. Le convencieron para que trabajara en Capileira y han montado dos salas de exposiciones en el pueblo para que pueda dar a conocer su obra. Ichimura nació hace 68 en Marioka, una ciudad de Japón que fue destruida por las bombas americanas el diez de marzo de 1945. El pintor recuerda el "miedo y sufrimiento" de aquella época. Fue mal estudiante. Cursó Bellas Artes porque era la única facultad que en el examen de acceso no exigía conocimientos de matemáticas. Antes de comenzar a pintar hizo sus pinitos en decoración y diseño de jardines. "Muchos creen que mi pintura tiene algo de surrealista, pero no. Es realismo común, aunque pasado por una personalidad oriental", explica su obra este declarado amante de Zurbarán. En Japón sus lienzos suelen alcanzar precios con siete cifras. "España es otro mercado y sólo puedo poner un número y cinco ceros", aclara. Las fuentes de su inspiración son las casas, los campos y las plantas de la Alpujarra. Aunque reconoce que el paisaje de la comarca ha cambiado. "La luz, el sol y los colores ya no son tan intensos como cuando llegú. Antes podía ver el Mediterráneo y Marruecos desde aquí. Pero, sobre todo, no había tantos turistas como ahora", lamenta.

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