Ocalan pide al PKK que abandone las armas

El máximo dirigente guerrillero del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdalá Ocalan, sentenciado el pasado 29 de junio por la justicia turca a morir ahorcado acusado de traición, dio ayer un paso adelante en la estrategia que ya utilizara en el proceso judicial. Si entonces se propuso para mediar en un acuerdo de paz, ayer, por boca de sus abogados en Estambul, pidió a sus compañeros de milicia que depongan las armas y abandonen Turquía.

Abdalá Ocalan dictó el comunicado desde la prisión de la isla de Imrali en la que lleva encerrado desde que las fuerzas turcas lo detuvieran en Kenia el pasado febrero. Y lo hizo sabiendo que le espera la horca y que su decisión puede ser rechazada por los actuales órganos de gobierno de la milicia. Aun así, fue explícito. Más que nunca: "Pido al PKK que abandone la lucha armada y que retire sus fuerzas fuera de las fronteras [de Turquía] a partir del 1 de septiembre por el bien de la paz". Ni el documento, ni el abogado que lo leyó, Mahmut Sakar, especificaron a qué países deberían retirarse los milicianos.Ocalan, después de encabezar 14 años de guerrilla por la autodeterminación de los kurdos, argumentó su llamamiento: "La atmósfera de conflicto armado y de violencia es un obstáculo para el desarrollo de la democracia y de los derechos humanos. La violencia, que emana principalmente del problema kurdo, desempeña un papel fundamental. Es necesario poner fin a la violencia para solucionar el problema".

Para el buen devenir del proceso que intenta poner en marcha, Ocalan recurrió a la comunidad internacional para que apoye "un proyecto de paz y fraternidad". Tampoco se olvidó de quien le apresó, juzgó y sentenció: "Solicito a todas las instituciones del Estado [turco] y a la sociedad que se impliquen en el proceso de paz".

Horas antes de que Sakar leyera el comunicado de su cliente, las autoridades turcas informaban de que seis personas habían muerto tras ser atacadas por un comando del PKK en el sureste del país. Las víctimas, cuatro hombres y dos niños, iban en un minibús.